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¿Cómo se vive una sesión terapéutica con hongos medicinales en Ecuador?

Conoce una de las terapias que está transformando silenciosamente la manera en que entendemos el trauma, la curación y la conexión con uno mismo.

Por Emilia Palacios Mosquera

Cortesía Harper's BAZAAR Ecuador — Harper's BAZAAR Ecuador

¿Te imaginas poder sanar todos tus problemas, tus traumas y esos dolores que has cargado en tu vida, en una sola sesión de terapia? Esa promesa impulsa hoy a muchas personas a acudir a la psilocibina, un compuesto presente en más de 200 especies de hongos y conocido desde hace milenios como “ojos de Dios”, “setas medicinales” o “niños de luz”. De acuerdo con un estudio internacional, estas setas surgieron hace más de 65 millones de años.

Las primeras evidencias del uso de hongos psilocibios aparecen en las pinturas de Tassili n'Ajjer (Sahara, 7000 – 9000 a.C.), aunque su interpretación es debatida. También están las piedras-hongo de Guatemala (1000 – 500 a.C.) y el Códice Florentino (s. XVI), que documentan su uso ritual en Mesoamérica. En el mundo occidental, su estudio resurgió en el siglo pasado. 

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Aunque la idea de curarlo todo suena tentadora, la realidad y la ciencia muestran que es mucho más que una “cura mágica” y que su verdadero poder aparece cuando se usa con preparación, acompañamiento profesional y un profundo trabajo interior. Harper’s BAZAAR Ecuador conversó con dos profesionales que realizan estas terapias en el país, siendo una de las naciones pioneras en legalizar las terapias asistidas con este compuesto desde 2021. 

"La diferencia de hacerlo con amigos es que uno espera tener un 'buen viaje'. En cambio, aquí no tengo ningún problema en que haya uno malo, porque terapéuticamente es bienvenido tu miedo, tu ira, tu paranoia. En este espacio seguro, cuando eso sale a la superficie, es porque necesitas sanarlo", explica Santiago Palacios, uno de estos profesionales. Estudió arquitectura y luego psicología, pero a los 21 años tuvo una experiencia cercana a la muerte que lo llevó a buscar un enfoque más allá de la psicología tradicional. Se formó seis años en la escuela de la terapeuta estadounidense Barbara Brennan, aprendiendo a integrar psicología con lectura del campo energético.

Su camino hacia los hongos comenzó en Perú, durante un retiro con Ayahuasca, donde vio que su misión era ser sanador en Ecuador. De regreso, empezó a soñar repetidamente con hongos hasta que, en abril de 2014, los encontró creciendo silvestres en el patio trasero de su casa en Cumbayá, una señal que interpretó como definitiva. Él fue parte de la primera generación de profesionales certificados en el país.

¿Cómo funciona la psilocibina en nuestro cerebro? 

Este compuesto es una molécula prima hermana de la serotonina, el neurotransmisor que regula el estado de ánimo, las emociones y la percepción. Según estudios del Imperial College London y publicaciones recientes de la revista científica Nature, cuando esta entra en el cerebro se convierte en un "superconductor", creando conexiones entre regiones que normalmente no se comunican entre sí. Estas investigaciones también muestran que una sola dosis desincroniza temporalmente la "Red Neuronal por Defecto" (DMN), el sistema cerebral activo cuando no hacemos nada, el que mantiene nuestra narrativa de "yo" rígida. Al debilitarse esta red, otras áreas del cerebro que estaban aisladas comienzan a dialogar, creando un estado de interconexión global.

"El cerebro se vuelve un supercomputador interconectado en todo sentido. Lo visual, lo auditivo, lo subconsciente, lo consciente”, señala Palacios.

¿Cómo es la preparación para un día de ceremonia o terapia con setas medicinales?

En Ecuador, este trabajo se desarrolla en un terreno híbrido entre lo espiritual, lo terapéutico y lo alternativo. El enfoque de Palacios, alineado con la ya existente literatura internacional, se basa en tres pilares: preparación, ceremonia e integración.

Todo comienza con sesiones de terapia previas. "Usualmente tenemos entre una a tres sesiones antes del día de la ceremonia", explica Palacios. Durante este tiempo, el terapeuta y el paciente construyen "rapport", esa conexión de confianza absoluta que es crucial. Sin ella, el cerebro en estado de vulnerabilidad puede entrar en pánico.

Luego viene una fase de preparación que Palacios llama "peregrinaje": 10 a 15 días de dieta específica (cero azúcar blanca, cero sal, cero carnes rojas, cero embutidos), combinada con una desintoxicación digital, nada de noticias, redes sociales ni películas de terror. "Toda la información que ves queda registrada en el subconsciente. Hay personas que vieron una película de zombies el día anterior y eso apareció en su viaje", advierte Palacios. Aquí también se define la intención: qué se quiere trabajar: un trauma familiar, un resentimiento antiguo o una creencia limitante.

El día de la ceremonia se da en su consultorio —un espacio grande con chimenea, plantas, agua caliente y frutas disponibles— donde el paciente ingiere las setas (molidas para asegurar una digestión óptima). Se toman entre 2 a 5 gramos, dependiendo de cada paciente. A diferencia de lo que muchos creen, Palacios manifiesta que "el terapeuta no dirige la experiencia. El trabajo es orgánico e intuitivo". 

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Mientras el paciente está recostado, con audífonos o una música cuidadosamente seleccionada, Palacios permanece presente, pero sin intervenir verbalmente. Solo observa, siente, intuye. "A veces la persona necesita que le sostengas la mano. A veces necesita que llames a sus ancestros. A veces necesita silencio". El efecto dura aproximadamente tres horas y la sesión completa entre cuatro a cinco horas.

“Cinco minutos son como dos terapias de una hora”. 

"Lo que pasa en la ceremonia no es la curación, es el catalizador. El verdadero resultado se presenta en la integración", indica Palacios. Horas después, mientras el efecto disminuye, comienza una conversación donde el paciente y el terapeuta procesan la experiencia. Este psicólogo no lo califica como un análisis, sino como una escucha, una confirmación y una conexión. A los tres días, a las tres semanas y nuevamente a los tres meses, hay seguimientos estructurados.

¿Para quién es este tipo de terapia?

Alejandra Rueda, médica ecuatoriana y líder en la formalización y capacitación de este tipo de terapias, expresa que esta experiencia no es para todos. Personas con trastornos psicóticos, antecedentes familiares de psicosis o diagnósticos de bipolaridad, epilepsia, enfermedades cardiovasculares graves o individuos que estén en tratamientos psiquiátricos con antidepresivos, deben no optar por esta opción. En estos casos, lo que puede ocurrir es una crisis psicótica o ausencia total de efecto. 

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Asimismo, la experiencia de Rueda también ha permitido reconocer en qué casos esta terapia ha tenido mayores beneficios. “Donde mejor resultados hemos visto es en ansiedad generalizada, en depresiones moderadas o resistentes a tratamientos, en estrés crónicos, abusos sexuales, baja autoestima, heridas de la niñez y duelos. Para mí, es la terapia del amor porque nos hace abrazar dolores del pasado, nuestras oscuridades y el perdón”, comenta Rueda.

Palacios –para terminar– reflexiona dos puntos fundamentales. El primero radica en la importancia de buscar a profesionales capacitados para proteger nuestro bienestar y el segundo es eliminar la idea de que las setas medicinales son una varita mágica. “La gente piensa eso, pero en realidad es un espejo. Te muestra lo más hermoso de ti y también tus sombras. Después de eso, tienes que vivir con mayor conciencia. Y eso, para mí, es la verdadera curación”, concluye Palacios (I).

*Ilustración: Olga Khaletskaya