Estética

¿Quién puede ser preppy?

Antes reservado para unos pocos privilegiados, hoy es un estilo omnipresente, abierto a una amplia interpretación y accesible para todos.

Por Camille Freestone

DISEÑADORES//LAUNCHMETRICS SPOTLIGHT —

De vez en cuando, un desfile provoca un cambio en el zeitgeist. Más allá de los elogios exaltados o los análisis desde la comodidad del sillón, es una corazonada: la sensación de que estas prendas van a cambiar la manera en que nos vestimos

Aunque la caída del quiet luxury se ha predicho durante mucho tiempo, su ADN central —prendas básicas en tonos apagados— se ha mantenido presente en muchas pasarelas. Pero entonces, en menos de dos semanas, boom, realmente se terminó: para su colección debut Primavera 2026 en Celine, presentada fuera del calendario justo antes de la Semana de la Alta Costura este verano, Michael Rider exploró el prep estadounidense de los años 80 y lo mezcló con el estilo francés bon chic, bon genre. Hubo camisetas de rugby, tejidos en rombos, corbatas repp y fulares —pañuelo en el cuello, como bufanda— en colores primarios descaradamente vibrantes. Adiós, beige.

Se sintió como la continuación de una conversación iniciada poco más de una semana antes, cuando Jonathan Anderson —amigo y colega de Rider— presentó su primera colección masculina para Dior. Anderson tiró del mismo hilo preppy con suéteres de tejido trenzado sobre los hombros y chinos metidos en calcetas rayadas, llevados con mocasines.

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En septiembre, durante la Semana de la Moda de Milán, Dario Vitale se sumó a la conversación al presentar su polémica colección Primavera 2026 para Versace. Fue una ruptura audaz con la estética pulida y sexy que caracteriza a Donatella Versace. También fue un emotivo homenaje a los diseños dominantes de Gianni Versace a finales de los años 80 y principios de los 90, además de una celebración de la cultura queer que les dio origen. Hubo blazers extragrandes combinados con camisetas, chaquetas deportivas con cuellos levantados y chalecos de rombos metidos dentro del pantalón, todo en colores estridentes y deliberadamente llamativos.

Rider, Anderson y Vitale tienen edades similares; nacieron entre 1980 y 1984. Crecieron en una época en la que la monocultura aún era posible: las películas de John Hughes dominaban, la princesa Diana y los Sloane Rangers —jóvenes británicos de clase alta, epítome de la sofisticación— marcaban la pauta del estilo, y The Official Preppy Handbook, de Lisa Birnbach, era la sátira fundamental sobre ese estilo de vida.

Daniele Venturelli.

Prada Primavera 2026.

Peter White.

Dior Primavera 2026.

Si el referente es el prep de los años 80, las interpretaciones son infinitas. Para Primavera 2026, Mrs. Prada y Raf Simons presentaron su versión del clásico windbreaker, añadiendo un logo bordado, mientras que Anderson trasladó ideas similares de su desfile masculino al debut de ready-to-wear femenino, mostrando una camiseta polo con el escudo de Dior en un verde menta pastel. En toda la industria, diseñadores como Ryota Iwai de Auralee, Willy Chavarria y Duran Lantink han tomado los códigos preppy y los han puesto de cabeza mediante piezas como los blazers y corbatas de inspiración chicana de Chavarria y los tejidos trenzados y tartanes de silueta globo de Lantink.

Estas prendas aluden al prep, pero ninguna se parece entre sí. Lo que comenzó como una tendencia asociada al estatus ha perdurado tanto en la pasarela como en la calle precisamente por sus orígenes exclusivos; funciona como motivación e inspiración para que quienes están fuera de ese canon diseñen su propio camino.

De hecho, aunque hoy el prep se perciba como un uniforme más conservador, originalmente se consideraba la vanguardia de lo cool y lo inconformista. Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los estudiantes de la Ivy League tomaron como base la sastrería británica y la mezclaron con prendas deportivas, combinando sus trajes sack de Brooks Brothers con suéteres universitarios. 

En su momento, era un estilo bastante vanguardista. No lo pensamos como un estilo juvenil, pero lo fue”, afirma Patricia Mears, subdirectora del Museum at FIT. Tras la aprobación del GI Bill a mediados de los años 40, que ofrecía ayuda financiera para la educación de los veteranos, los campus universitarios comenzaron a recibir estudiantes de orígenes económicos más diversos, quienes mezclaron estos códigos tradicionales con piezas más accesibles, como pantalones chinos y mocasines penny.

PATRICK DEMARCHELIER.

De la edición de octubre de 2000 de BAZAAR Estados Unidos.

Para algunos, el estilo preppy representaba estatus, acceso e incluso rebeldía. En Black Ivy: A Revolt in Style, Jason Jules explica cómo artistas y activistas afroamericanos —entre ellos Malcolm X, Martin Luther King Jr., James Baldwin y Miles Davis— adoptaron (y adaptaron) las camisas Oxford y los mocasines característicos de la élite WASP en los años 50 y 60. Hacerlo no tenía que ver con querer ser blancos; se trataba de exigir respeto

“Diría que la ropa no es lo que marca la diferencia. Es la intención detrás de la ropa. Se trata de cruzar la línea, de llevar prendas que supuestamente no deberías usar porque son las prendas del privilegio, del derecho adquirido, y tú no eres privilegiado ni tienes ese derecho. De hecho, eres lo contrario”, afirma Jules.

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Para otros, como el visionario empresario de moda japonés Kensuke Ishizu, el prep simplemente se veía cool. Para el fotolibro de 1965 Take Ivy, reunió a un equipo para documentar los estilos pulidos y funcionales de los estudiantes universitarios estadounidenses en los campus de la Ivy League, creando así un mercado para este estilo de vestir occidental en un Japón que, hasta entonces, había estado muy aislado culturalmente. La marca de ropa de Ishizu, VAN, recreaba con precisión los básicos Ivy que tanto admiraba. Todo esto mantuvo vivo el estilo en Japón, desde donde regresó para influir nuevamente en el diseño estadounidense.

Penske Media.

Tommy Hilfiger Hombre Primavera 1996.

Fairchild Archive.

Ralph Lauren Otoño 1989.

Este patrón de forasteros interpretando el estilo preppy a su manera es profundo. “Creo que esa es la belleza del prep. Es un entorno tan rico que realmente puedes redefinir. Pero la redefinición casi siempre la hace mejor alguien de afuera”, dice Jason Jules. 

J. Press, un pilar del estilo preppy fundado en 1902 y relanzado este año, fue creada por el inmigrante judío letón Jacobi Press. Ralph Lauren, nacido Ralph Lifshitz, hijo de padres inmigrantes judíos en el Bronx en 1939, terminaría construyendo todo un mundo inspirado en la vestimenta y la cultura preppy. La marca Ralph Lauren, fundada en 1968, ha tenido tanto éxito que funciona como una especie de atajo para referirse al estilo de vida preppy.

Además del poderoso mensaje que puedes transmitir con estas prendas, también son estilos realmente buenos y bastante sencillos que pueden reinterpretarse y ajustarse hasta el infinito. Los códigos preppy han sentado las bases de nuestro vocabulario moderno de la vestimenta. Una camisa abotonada y un par de mocasines, por ejemplo, son esenciales cómodos y funcionales que cualquiera puede llevar. Pero las diferencias sutiles —como la forma en que se dobla una manga o se levanta un cuello— lo cambian todo.

Cortesía de J.Crew.

Portada del catálogo de J.Crew de 2003.

KEVIN SWEENEY.

El manual oficial del estilo preppy, 1980.

J.Crew, una marca profundamente arraigada en el estilo preppy, es un testimonio de la importancia del styling. “Hay una familiaridad entre las prendas, pero la forma en que las interpretas es algo muy personal”, dice Olympia Gayot, directora creativa de la firma. “Y hoy en día, la gente apuesta por el estilo personal más que nunca”.

El diseñador neoyorquino Willy Chavarria estaba en la preparatoria en su ciudad natal de Huron, California, en los años 80, una época que describe como “el punto más alto del prep clásico”. “En mi mundo, lo preppy era interpretado por la cultura chicana”, explica, señalando también lo mucho que disfrutaba ver cómo la comunidad del hip-hop adoptaba marcas preppy como Tommy Hilfiger y Polo Ralph Lauren en los años 90. Los “niños ricos” llevaban Lacoste. Chavarria iba a Marshalls y compraba camisas Polo extragrandes con descuento, que combinaba con pantalones khaki perfectamente planchados y tenis blancos “muy, muy limpios”. 40 años después, retomó esas ideas para su colección masculina Primavera 2026, que incluye piezas como una camiseta polo estructurada con hombreras tipo fútbol americano y una paleta de color llena de tonos pastel.

Michael Ochs Archives.

James Baldwin en 1963.

Si el prep de Chavarría es distinto del prep de Mrs. Prada, que a su vez es distinto del prep de Anderson, ¿qué es exactamente lo que hace que algo sea preppy? El concepto es una idea intangible arraigada en piezas muy tangibles. “La historia detrás del prep es casi una parodia, pero la forma en que hacemos esa conexión con la historia son esos códigos, como las prendas en sí: los chinos, la polo, incluso la gabardina. Estas cosas nos llevan a pensar en la herencia preppy”, dice Chavarría. Para las personas de color, señala, vestir “preppy” era la manera más sencilla de acceder a una versión del sueño americano. Pero si miras un poco más de cerca, encontrarás un trasfondo de rebeldía sartorial: “Estoy seguro de que algunas personas pensarán que ha sido bastardizado, pero simplemente ha sido reapropriado para tener un nuevo significado”, dice. “Y creo que eso es fabuloso”.

En esencia, el estilo preppy tiene que ver con la aspiración. Es el puente entre el trabajo y el ocio, entre lo casual y lo elegante. “El prep toma elementos de muchos campos distintos”, afirma el estilista y escritor de Substack Jalil Johnson. Su propia interpretación es una mezcla gloriosamente queer de códigos de género: polos combinadas con zapatos slingbacks de tacón kitten; camisas de cuadros anudadas sobre faldas de lentejuelas.

Es en estas iteraciones más modernas—todas llenas de contradicciones—donde el prep se siente más democrático, más estadounidense. En última instancia, se ha convertido en un reflejo más fiel de lo americano, aquello que inicialmente buscaba representar. “Este país es un conglomerado de identidades distintas que se unen. Está nutrido por muchas culturas diferentes. Y el estilo preppy también”, dice Johnson.

¿Entonces, quién puede ser preppy? Todos.

Este artículo salió originalmente en Harper's BAZAAR Estados Unidos. (I)