Patricia Jenkins, nacida en Arequipa, Perú, es abogada de profesión, pero a sus 71 años disfruta de una nueva vida: la de una artista. “Me he dedicado a no tener miedo y a viajar”, cuenta con serenidad. Todo empezó por casualidad, cuando fue a buscar a un amigo que asistía a una clase de pintura. Tenía que esperarlo unos minutos y, en lugar de perder el tiempo, decidió probar.
Lo que comenzó como un momento de curiosidad se convirtió en una revelación. Mientras pintaba, entendió que había encontrado algo más que un pasatiempo. Su historia demuestra que nunca es tarde para empezar de nuevo.
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Tiempo después, mostró su trabajo al reconocido pintor peruano Fernando de Szyszlo, considerado uno de los grandes referentes del arte abstracto en América Latina, conocido por integrar en su obra una profunda mirada hacia lo indígena y lo ancestral. Jenkins recuerda entre risas aquel encuentro: “me dijo: ‘qué mal dibujas, pero sabes mucho del color’. Tienes algo innato en tu mezcla de tonos”.
Y tenía razón. “No sé dibujar, pero tengo una idea muy clara del color”. Con su intuición cromática, Jenkins explica que pintar no es solo aplicar pigmento sobre un lienzo, sino que conlleva dedicar tiempo para mezclar y encontrar el tono exacto que refleje una emoción o un recuerdo. Así surgen matices únicos: el azul del cielo arequipeño, el amarillo dorado de las retamas del Cusco y los rojos intensos que remiten a su tierra. Cada combinación es una búsqueda paciente, casi espiritual, hasta alcanzar la armonía que solo ella logra.
“El orden te da libertad y estructura”.
Su arte contemporáneo es una expresión de dominio y equilibrio. Aunque a simple vista las líneas parezcan rígidas, Jenkins las controla con libertad absoluta, dándoles el poder de representar todo lo que imagina. Su proceso comienza con disciplina y un lienzo en blanco. Al preguntarle sobre su motivación, responde con sencillez: “tú no te inspiras, tú trabajas. Con el trabajo llega la inspiración”. Es al sentarse frente a ese espacio en blanco que las ideas empiezan a fluir: aparecen las líneas, los colores y, poco a poco, nacen sus pinturas.

Su objetivo es mostrar al mundo un Perú con valor: un país alegre, luminoso y diferente. El Perú que ella ve a través de sus propios ojos. Jenkins ha llevado su mensaje artístico a un escenario global con exposiciones en Art Madrid, Arte MAPA Buenos Aires, The Others Art Fair en Turín; y en ferias y eventos como: la Hamptons Fine Art Fair y la Help Perú Gala en Nueva York.
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Ahora presenta Peruvian Abstraction, su exhibición individual en la Embajada del Perú en Londres, abierta del 6 al 23 de noviembre. Con 21 cuadros, la artista transforma la embajada en un homenaje al poder del color y la identidad peruana. En la entrada se exhibe la serie Señoras Vestidas de Gala, figuras cóncavas envueltas en capas de color, que evocan a las mujeres andinas, como un tributo a la fuerza ancestral de Perú, donde cada trazo se vuelve símbolo y lenguaje. Sus formas recuerdan los unkus andinos, mantos tradicionales que conectan con los patrones y los tonos de las antiguas cerámicas Wari y los tejidos Paracas. En su obra, lo ancestral no es pasado: es pulso vivo.

En la sala principal se encuentra la serie Moderno, que marca una nueva etapa en su exploración cromática; y, en el primer nivel, está la serie Intervalos, dedicada a la geometría y al lenguaje de la abstracción.
Con esta exposición, Jenkins busca internacionalizar su trabajo artístico y salir de su zona de confort. Aunque admite sentir algo de nervios, también confía en que el futuro la espera con los brazos abiertos. “Al mundo hay que conquistarlo; es de los valientes que van y tocan las puertas”.

Con cada pintura y con su actitud, esta peruana alcanza las metas que ella misma se propone. “Si uno se queda en su espacio, en su entorno, es imposible crecer”. Por eso, su misión va más allá del arte: quiere dejar un legado a través de su pintura, hacer que su familia se sienta orgullosa de ella y de la vida que construye.
“El color es vida. Cuando uno se atreve a mirar el mundo con alegría, incluso el arte se convierte en una forma de esperanza”.
Dentro de la línea del arte contemporáneo y moderno, Jenkins no se aleja de sus raíces peruanas, sino que las une con naturalidad, creando un testimonio visual que trasciende el tiempo. (I)