Jacqueline Moncayo
Jacqueline Moncayo Cortesía Jacqueline Moncayo

A los 54 años, cuando muchas historias parecen escritas, Jacqueline Moncayo decidió abrir la suya en una nueva página. Tras enviudar, dejó atrás la fábrica de ropa que durante décadas lideró —un negocio que llegó a emplear a casi 300 personas— y se permitió algo que nunca antes había hecho, una pausa. Un año sabático que no fue descanso, fue una revelación.

En el Instituto Europeo de Diseño, en España, mientras cursaba un máster que fue su retorno a las aulas, Moncayo encontró la semilla de su próxima vida. Su tesis proponía un objeto capaz de unir culturas a través del arte, un “tacón de oro”. Una pieza que, más que un accesorio, funcionara como manifiesto. Así decidió convertir su idea en marca. 

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Los zapatos fueron siempre su talismán personal, símbolos de presencia, altura y autoestima. Durante sus recorridos por España, se inspiró “por influencias árabes y españolas que resonaban con la historia latinoamericana y con la estética de la escuela quiteña”. El pan de oro, ese brillo presente en retablos, cúpulas e iglesias como La Compañía de Jesús, se transformó en parte de su narración. 

En 2019, lanzó oficialmente la marca. Vivió un año en Elda, en Alicante, epicentro del calzado de alta gama y luego viajó a San Antonio de Ibarra, en Imbabura, para trabajar mano a mano con artesanos expertos en pan de oro. Así nació su primera colección  y un homenaje a la oportunidad de mezclar mundos.

Jacqueline Moncayo
Cortesía Jacqueline Moncayo

Jacqueline Moncayo
Cortesía Jacqueline Moncayo

Con el tiempo, su ideas trascendieron fronteras. Se expandió hacia Colombia, donde encontró una nueva capa de significado en el enchapado en tamo, una técnica legendaria que trabaja filamentos de cebada cocidos, teñidos y tejidos sobre madera. En manos de artesanos colombianos, sus tacones adquirieron una textura viva, casi vegetal, que aportó calidez y un guiño orgánico a su propuesta de lujo mestizo.

Luego llegó México. Allí, incorporó el arte huichol, una técnica sagrada nacida en las montañas, donde los artesanos, en un proceso ritual que combina concentración, memoria visual y trance espiritual, crean diseños a partir de diminutas chaquiras de cristal. Sobre el tacón, esas cuentas se transforman en mandalas de color. 

Jacqueline Moncayo
Cortesía Jacqueline Moncayo

Jacqueline Moncayo
Cortesía Jacqueline Moncayo

España se mantuvo como un laboratorio creativo esencial. Moncayo desarrolla allí dos técnicas distintivas. Una inspirada en la Alhambra, que utiliza láminas de acetato nácar para recrear el estucado luminoso de sus paredes; y otra proveniente de Toledo, donde el tacón se envuelve en metal trabajado a mano mediante repujado en plata, un tributo a su tradición de orfebrería y mezcla de metales.

Los tacones de Jacqueline Moncayo son un lujo que viaja, que cruza continentes y que se arma como parte de la moda contemporánea. Cada zapato es una pieza cultural, un mapa de técnicas y memorias que se transforman en un objeto de deseo.

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Su última colección mira hacia la naturaleza y otorga protagonismo a las flores, que aparecen en los tacones como formas escultóricas. Esta temporada también incorpora el tacón Toledo, una pieza revestida en material metálico que tiene telas vintage francesas e italianas y tejidos elaborados por comunidades indígenas de Guatemala.

Jacqueline Moncayo
Cortesía Jacqueline Moncayo

Jacqueline Moncayo
Cortesía Jacqueline Moncayo

La diseñadora reconoce que esta línea responde directamente a las necesidades reales de sus clientas. En sus palabras: “la vida se mueve mucho más rápido. Los tacones altos son para momentos puntuales, pero mis clientas quieren usar esta propuesta disruptiva todos los días, solo que no en una altura extrema. Entonces los bajé para que puedan llevarlos a una reunión, a la oficina, a una presentación, y estar de pie sin sufrir. Es una línea pensada para la cotidianidad. Para usarla”.

Moncayo no vende sus piezas en tiendas. Prefiere presentarlas personalmente en eventos exclusivos, donde establece un vínculo directo con sus clientas. Ahora se prepara para abrir un showroom en Madrid, concebido como la “casa” de la marca. Este es un espacio donde recibirá a personal shoppers de distintos países para mostrar sus colecciones. (I)