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Prendas con historia: el renacer de la moda pre-loved

Durante siglos, la exclusividad en la moda se entendió como prendas hechas minuciosamente a mano, a la medida y bajo el sello de un diseñador o una casa de lujo. Pero, ¿qué sucede cuando esas mismas piezas tienen más de una década, han sido usadas y reposan en una tienda que ya no lleva la firma del creador que las concibió? ¿Pierden valor? ¿Dejan de ser bellas o deseables?

Por Estefanía Cardona Játiva

Así como una obra de arte puede aumentar su valor con los años o tras la muerte de su autor, la moda de segunda mano ha ganado un nuevo valor artístico, comercial y emocional. Hoy, acceder a prendas de diseño previamente amadas es una decisión consciente que habla de estilo, gusto y, sobre todo, ética.

En un mundo –en el que según la ONU (UNEP)– se generan 92 millones de toneladas de residuos textiles al año; poseer piezas con legado, historia y un nivel de cuidado excepcional representa un lujo cada vez más escaso. Estas prendas se convierten en una declaración de estilo, en un gesto emocional, político y económico.

La segunda mano ya no se vive como alternativa, se consolida como propuesta central en un nuevo mapa del lujo, donde el verdadero valor no está en lo recién salido de la pasarela, sino en lo que sobrevive al tiempo y a las modas efímeras. Una chaqueta de los años 70 puede ser tendencia en 2025 y, al mismo tiempo, una pieza de archivo que encierra la esencia de una década.

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Actualmente, muchas marcas y firmas de lujo lanzan más de 32 colecciones al año. Lo “nuevo” a menudo es simplemente un cambio de temporada que pasa tan rápido que apenas tenemos tiempo de apreciarlo. En contraste, una prenda de segunda mano puede tener más valor en su historia que en su precio original. El desgaste sutil en el cuero de un bolso, la caída perfecta de una falda usada durante décadas o el bordado artesanal que ha sobrevivido a varias generaciones son detalles imposibles de replicar en una prenda recién fabricada. Este es uno de los motivos por los que el mercado de la moda de segunda mano crece y se diversifica de manera constante.

Lejos de ser un fenómeno aislado, hoy es una industria multimillonaria impulsada por plataformas digitales, boutiques especializadas y ferias internacionales que avanzan con mayor rapidez que la moda tradicional. Según un barómetro de consumo del Instituto Francés de la Moda (IFM), la web de Vinted —dedicada a la compraventa de prendas usadas— superó en ventas a gigantes como Amazon, Kiabi, Shein y Zara en ese país. Apostar por la segunda mano puede significar hallar una pieza única en una tienda vintage de París, descubrir un tesoro en un mercado de pulgas en Ciudad de México o rastrear en línea una edición limitada de un bolso Hermès.

Este cambio de percepción también abrió la puerta a nuevos modelos de negocio: alquiler de prendas de lujo, suscripciones para intercambiar ropa e incluso marcas que incluyen colecciones de archivo como parte de su propuesta. La circularidad se convirtió en sinónimo de modernidad y, dentro de este concepto, encontramos distintas tipologías.

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Por ejemplo, no todo lo previamente amado es vintage. Al igual que un automóvil clásico, en moda el término vintage implica características muy específicas: prendas de décadas concretas, con valor histórico y una elaboración compleja, difícil de reproducir hoy. Adquirir este tipo de piezas es, en cierto modo, coleccionar fragmentos de la historia. Por otro lado, las prendas pre-loved de diseñador mantienen su atractivo por la marca o la firma que las respalda, más que por su antigüedad. Aquí el lujo conserva su etiqueta, pero gana una segunda vida: el atractivo está en acceder a piezas icónicas con una inversión más consciente o asequible. En el caso de Ecuador, Agavements es una marca que se dio a conocer por su curaduría de marcas de diseño.

Otro segmento clave es el thrift shop: tiendas que seleccionan y curan ropa sin etiquetas de lujo, pero con personalidad y potencial para reinventarse. El valor radica en la mirada de quien las selecciona y en la capacidad del comprador de transformar una prenda usada en un statement piece, como es el caso de lugares como el pulguero en Quito.

Si hablamos de transformación, es imposible no mencionar la moda upcycled. Su principal característica es que las prendas han sido intervenidas: un vestido que se acorta y se convierte en blusa, una chaqueta que recibe nuevos bordados o cortes, dándole una segunda vida con una mirada de diseño. Esto no solo prolonga la existencia de la prenda, sino que la resignifica con creatividad. Como es el caso de humanzafterall, una marca fundada por la influencer Taya Noboa.

Aunque parezca un fenómeno reciente, la moda de segunda mano ha estado siempre cerca de nosotros, muchas veces en casa. Las herencias familiares forman parte de este universo: prendas que, además de estilo, poseen un vínculo afectivo. Esa bufanda tejida por una abuela, la chaqueta de nuestra madre que ya no usa, el sombrero de un abuelo… Piezas con un lujo invisible e invaluable: el de la memoria y el afecto.

Abrirnos a las prendas previamente amadas es rechazar la velocidad del fast fashion. Es desafiar la idea de que el consumo debe ser constante y homogéneo. Es apostar por un estilo que se construye con tiempo, paciencia y mirada propia. (I)

Collage principal: Andreina Escala.