Cuando pregunté a Kinoo por qué decidió incursionar en la moda, se quedó pensativo. “Fue de la nada”, respondió, con una sonrisa. A sus 33 años, este diseñador –nacido en Canadá– debutó en el Indigenous Fashion Week en Nueva York. Una experiencia que alimentó su trayectoria y fortaleció su presencia en la industria.
Malku Kinoo Arcentales a los 22 años, después de trabajar más de cuatro años en una tienda de ropa en Toronto, decidió que era hora de comenzar la universidad. “Solo miré el libro con la oferta académica, encontré moda y dije, listo”. Lo que él no sabía era que la creatividad corría en su linaje y que se convertiría en la cuarta generación dedicada al lenguaje textil.
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Su historia está marcada por la migración. Ambos padres, músicos, se conocieron en un viaje desde Otavalo a Quito. Ella, parte del pueblo kichwa de Peguche, y él, nacido en la Capital, viajaban constantemente a Norteamérica con sus respectivos grupos musicales. Luego, decidieron criar a sus dos hijos en Canadá. Cuando Kinoo tenía nueve años, la familia regresó al país, donde conoció otra parte de su identidad. “Mi mamá es kichwa y le interesaba mucho que tengamos ese entendimiento cultural. Nos trajo para que aprendamos cómo es el estilo de vida de los mindalae”.
Son comerciantes viajeros que mantienen vivo el tejido cultural dentro de las comunidades indígenas. Una herencia ancestral que marcó la manera en que Kinoo y su familia entienden hoy su oficio. Su infancia transcurrió entre Quito y Otavalo, hasta que –a los 14 años– regresó a su país natal, donde encontró en la moda una herramienta para contar su historia.
Estudió desarrollo de productos en la Seneca Polytechnic y ganó un concurso de Rowenta (empresa alemana de electrodomésticos). Con el premio invirtió en sus primeras máquinas de coser y materiales, dando inicio a su marca. Paralelamente, en 2017, junto a su familia fundaron Pacha Arts, un proyecto colectivo creado para mantener viva la práctica mindalae. Desde entonces, en este espacio se comparte y se comercializa su trabajo y el de otros artistas.
En sus años de estudio nació también Yana Manta, su alter ego creativo. Su primera colección, Kawsanki, lanzada hace dos años, explora la cosmovisión andina en cuatro mundos. El superior, donde habitan ancestros y seres celestiales. El intermedio, nuestro mundo actual. El inferior, el espacio de la sabiduría ancestral. Y, el último, un mundo ficticio, oscuro, habitado por entidades llamadas Yanas, guardianas del conocimiento frente a la corrupción que amenaza a los otros mundos.
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Cada textil dentro de esta creación carga un relato propio: símbolos del norte y del sur del continente, figuras como la mujer araña o la chakana (cruz andina), reinterpretados en un lenguaje contemporáneo. Kinoo ha llevado estas historias a escenarios internacionales como la New York Fashion Week, la Native Fashion Week Santa Fe o el White Show Milano.
Este personaje asegura que su inspiración más profunda sigue siendo familiar, sobre todo su bisabuela Rosa Lema, “Mamá Rosa”. Ella fue la primera mujer kichwa en viajar a Nueva York, durante la presidencia de Leonidas Plaza Gutiérrez. Mamá Rosa, junto a su primo Daniel Ruiz y su hija mayor Lucila Cajas, emprendió en 1947 una misión diplomática para mostrar el conocimiento de su pueblo en textiles, fabricación de instrumentos y otras artesanías. En aquel entonces, los indígenas de Otavalo todavía luchaban por superar las estructuras del sistema de haciendas que oprimía a sus comunidades durante siglos. La familia de Kinoo y Mamá Rosa vieron en este viaje una oportunidad para abrir caminos para su gente.
Durante esa travesía, se reunieron con representantes indígenas del norte —de quienes aún se investiga su identidad y nación— en un encuentro que, aunque poco documentado, demostró que los lazos entre pueblos del norte y del sur nunca se interrumpieron por completo. Para Kinoo, esa historia es el motor de su trabajo: mantener vivos esos vínculos y mostrar que la creatividad y la tradición son herramientas de supervivencia cultural, ayer, hoy y siempre.
“Cada diseño que pongo en mis piezas representa un conocimiento del norte o un conocimiento del sur. Es una conversación”.
Tras su última presentación en la pasarela Dual en Quito, este ecuatoriano se despidió de Kawsanki y ahora concentra su energía en su próxima colección, Ishkay Ñañ, que significa dos caminos. Moda sostenible que busca la soberanía textil y la conexión de pueblos indígenas de Sudamérica.
Sus prendas reinterpretan símbolos ancestrales para vestir diversas siluetas, combinando tradición y contemporaneidad. Así mantiene vivo un legado que va desde Mamá Rosa hasta las nuevas generaciones. (I)
*Modelo: Luis de Dismanagement
Booker: Pietro Polít
Ropa: Kinoo Arcentales
Maquillaje: Erika Olmedo
Asistente de producción: Mishel Heredia