Un día, en 2007, un agente inmobiliario llamado John Maloof buscaba imágenes de Chicago para un proyecto editorial. En una subasta en la que participaba, se ofrecía un lote de fotos firmadas por cierta Vivian Maier, tomadas en la ciudad de los vientos. Las compró casi por casualidad, sin pensarlo demasiado. Dos años después, decidió explorarlas: la mayoría de los rollos ni siquiera habían sido revelados. Fascinado por lo que descubre, comienza a seguirle la pista a esta mujer de la que no sabe nada, salvo su innegable talento.
Encuadres intrigantes, una curiosidad extrema por los gestos cotidianos, los archivos de esta fotógrafa desconocida son testigos silenciosos de cómo eran las calles de la época. Una mujer limpiando las ventanas de un apartamento en la planta baja, marineros a punto de partir, mujeres burguesas leyendo la sección de sucesos, una falda levantada por el viento, una mujer con rulos en la playa, enfrentamientos entre el pueblo y la policía. A lo largo de las imágenes se revela el retrato de una América a dos velocidades. Detrás del objetivo, se adivina una mirada tierna hacia los más desfavorecidos y cínica hacia los poderosos.
Una desconocida de la que solo conocemos los autorretratos
Más impactante aún es el rostro de esta desconocida que aparece, de vez en cuando, en sorprendentes autorretratos capturados en una vitrina o en el espejo de un apartamento, con su Rolleiflex —comprado en 1951— colgado al hombro. Finalmente, John Maloof descubre a la cazadora de imágenes detrás de estas miles de fotos de las que él es el único heredero. Fascinado, publica las imágenes en internet y profundiza su investigación.
Nacida en 1926 en Nueva York, de madre francesa y padre austrohúngaro con pocos recursos, Vivian Maier trabajó allí como niñera desde comienzos de los años cincuenta, tras varios viajes de ida y vuelta a Francia y un empleo como costurera en una casa de muñecas. Reservada, le robaba instantes a la ciudad y a sus personajes. De su vida solo se conocen algunas piezas sueltas, gracias al testimonio de niños a los que cuidó o de vecinos que la conocieron. Todos la describen como una mujer atípica, culta, generosa, aunque fría y distante.
El agente inmobiliario documentó toda su investigación y la convirtió en una película, Encontrando a Vivian Maier, codirigida con Charlie Siskel. En 2015, el film fue nominado al Óscar en la categoría de Mejor Documental. Diez años más tarde, Reporteros Sin Fronteras recopila a su vez el trabajo de esta mujer invisible convertida en ícono póstumo. Sin duda, como escribe la novelista Camille Laurens en el prólogo del portafolio, el enigma de Vivian Maier no hace más que reforzar su leyenda. El azar de su descubrimiento —fortuito, a manos de John Maloof— también contribuye a ello. Apasionada, fotografiaba únicamente para sí misma. Cien años después, el mundo celebra su mirada.
Este artículo salió originalmente en Harper’s BAZAAR Francia.