Dina Dubnitsky, CEO de Boker Tov, abrió las puertas de su casa para celebrar Hanukkah, la festividad judía que honra la victoria de la luz sobre la oscuridad y el milagro del aceite. Ocho días de reflexión, unión y gratitud, que, en su mesa, son una experiencia donde la tradición y la estética se juntan de forma natural.
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La decoración, a cargo de Diorvett, muestra sobriedad y brillo. Sobre la mesa de madera desnuda, la vajilla italiana Festive, en porcelana blanca y dorada, se acompaña de copas polacas talladas a mano y cubiertos dorados que reflejan la luz de las velas. Ramos frescos de crisantemos posan a los extremos. En el centro, un pequeño candelabro de nueve brazos (hanukkiyah) es la pieza sentimental de esta anfitriona y un símbolo de la celebración que recuerda el milagro que inspira esta festividad.
El menú, explica Dubnitsky, es sinónimo de abundancia y amor familiar. En su propuesta culinaria, realizada por Bokertov, están los latkes, dorados y crujientes; las sufganiyot, el challah trenzado, burekitas, dolmas, ensaladas de remolacha y rúcula, hummus y salmón ahumado. Para el cierre, la clásica torta rusa (medovik) que recrea los sabores de su infancia.
“En nuestra mesa nunca faltan el pan ni las ensaladas. (...) La comida es mi lenguaje de amor. Llenar la mesa es una manera de decirles a los invitados que son bienvenidos”. Es una fusión entre lo contemporáneo y lo ancestral, donde cada detalle rinde homenaje a la luz que nunca se apaga. (I)