La secuela de Freaky Friday (o Un viernes de locos) llega hoy a los cines de todo el mundo. La noticia es celebrada por los fanáticos, especialmente los millennials, que recuerdan con cariño la cinta de 2003 protagonizada por Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan. Desde su gira promocional por Estados Unidos y México, parece que todos queremos saber qué pasó con esta madre e hija que reforzaron su vínculo a través de un intercambio de cuerpos. Pero no es la única (ni será la última) película que revive las historias de nuestra infancia y adolescencia.
La mayoría de películas que estuvieron en el top 10 en taquilla de 2024 de Box Office Mojo tenían algo en común: eran un reboot, un live action o secuelas de historias que ya conocíamos. Solo este año, se anunciaron o estrenaron nuevas entregas: “Avatar”, “Jurassic World”, “Misión Imposible 8”, el remake de “Harry Potter”, “Karate Kid”, “Cómo entrenar a tu dragón” y “Lilo & Stitch”. El efecto nostalgia traspasa géneros y moviliza desde aventuras épicas hasta comedias románticas como: “La boda de mi mejor amigo” o “El diablo viste a la moda 2”. No es coincidencia. “Top Gun: Maverick” de 2022 apeló al recuerdo ochentero y logró recaudar más de US$ 1.480 millones en todo el mundo, superando las expectativas.
Los millenials, la nostalgia y el “confort zone”
De acuerdo a Lidia Abad, periodista guayaquileña que reseña cine, la nostalgia no solo conquista a los espectadores, sino que empieza por los mismos creadores. Millennials que encontraron en estas producciones un espacio seguro y un retorno a sus recuerdos. Tal cual como si fuera una receta perfecta para el éxito taquillero, las productoras han buscado estos títulos que marcaron a generaciones para darles una nueva vida en la actualidad.
“Vieron que es una fórmula que funcionó, ahora todos quieren replicarla. Es como los negocios: alguien abre un local de hamburguesas tipo smash y, de repente, hay 500” explica Abad.
La nostalgia es emocionalmente rentable. “Nos da seguridad, nos hace sentir placer, nos da recompensa, nos lleva a una identidad y nos transporta a los buenos tiempos” afirma Abad. Y es que ¿quién no recuerda a Un viernes de locos con cariño? Representaba todo lo que una adolescente vivía: problemas con su madre, la presión de los estudios, los hobbies y las pasiones que probablemente no eran aprobados. Además de aceptar los cambios que vienen con la pérdida de un ser querido, nuevas relaciones familiares o simplemente madurar.
Hay que sumar sus outfits que reflejaban a los jóvenes de 2003 y también su soundtrack que lanzó nuevamente al estrellato temas como: “Take me away” y la icónica escena de Jaime Lee Curtis cantando una versión de Baby one more time de Britney Spears. Pero, ¿realmente necesitamos saber qué pasó casi dos décadas después? ¿O solo estamos respondiendo a una industria que explota ese sentimiento predecible?
El reto del cine ante el streaming: menos riesgo, más recuerdos
Laura Arias, politóloga colombiana y crítica de cine, junto a Mariana Andrade, directora general de Ochoymedio y presidenta de la Corporación de Productores Audiovisuales del Ecuador, coinciden en que el cambio va más allá de la nostalgia: el público abandonó las salas y el streaming reina el espacio.
“Las productoras o las grandes empresas prefieren apostarle a las cosas que saben que van a ser un éxito y que no hay tanta posibilidad de riesgo como a diferencia de otros proyectos” apunta Arias. En otro extremo, Mariana Andrade no cree que la nostalgia sea el mayor problema, sino la falta de historias.
“No hay historias que te enganchen en una sociedad que ha cambiado radicalmente sus hábitos de consumo y sus intereses. Prácticamente están asegurando un público”. La industria aprovecha algoritmos y tendencias para garantizar audiencias ante la ausencia de nuevas propuestas sólidas.
Ella pide que dejemos nuestras películas favoritas en paz. “Yo quiero que dejen las obras intactas. No quisiera ver nunca el remake de la Naranja Mecánica. Me quitarían toda una obra cinematográfica enorme. Busquen nuevas historias. Busquen guionistas” explica. Para esta experta, el uso de la nostalgia no debería entrar en la decisión de qué historia volver a producir, sino en el ejercicio del usuario de mirar sus películas amadas y encontrar nuevos detalles.
“Ahí justifico la nostalgia, cuando no pierdo la emoción de la primera vez; cuando las puedo redescubrir muchos años después".
¿Qué nos queda? Abad reconoce que no es la primera vez que nos enfrentamos a un remake o a la secuela de una historia querida. Incluso el propio Freaky Friday de 2003 fue la segunda adaptación del libro de Mary Rodgers publicado en 1972. Su primer salto al séptimo arte fue en 1976 con la participación de Jodie Foster. Según esta periodista, estas producciones abrieron una conversación entre madres, hijas y abuelas porque vincula generaciones.
¿Consumidores nostálgicos o activos?
Nostalgia o no, la magia de Freaky Friday radicaba en mostrarnos la experiencia femenina en dos etapas clave: la adolescencia y la entrada a los 40. Ahora, se suma una nueva generación, con nuevos obstáculos, un teléfono siempre en la mano y una forma distinta de ver el mundo.
La pregunta es inevitable: ¿por qué consumimos estas secuelas? ¿Nos aportan algo o solo nos hacen sentir a salvo en lo conocido?
Nos queda ser consumidores conscientes, reconocer y preguntarnos si estos proyectos suman algo a la historia, dan un valor adicional, generan puentes intergeneracionales o simplemente caen en la lista que explotó lo que amábamos. El desafío está en equilibrar: disfrutar de la nostalgia sin dejar de abrir espacio a historias nuevas y originales que hoy pasan desapercibidas en la cartelera de nuestro cine favorito. (I)