Los 90 simplemente nunca pasan de moda. Esa afirmación aplica tanto a las tendencias de moda y belleza que siguen inspirando estilos actuales, como a las películas inolvidables que marcaron aquella época.
Durante esa década, los espectadores fueron testigos de algunos de los filmes más icónicos que han llegado a la gran pantalla. Fue la era que dio vida a algunos de los mayores éxitos de taquilla de todos los tiempos, como Titanic y Jurassic Park. También representó un renacimiento para varias de las grandes estrellas de Hollywood de hoy: Julia Roberts se elevó a la categgoría de reina de la comedia romántica en títulos como La boda de mi mejor amigo (My Best Friend’s Wedding) y Notting Hill, y Drew Barrymore fue la auténtica scream queen en Scream.
Por supuesto, con el paso del tiempo, nuestra admiración por aquellas joyas de culto ha seguido creciendo; basta con ver cómo películas como Party Girl o Romy and Michele’s High School Reunion ganan cada día más seguidores.
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A continuación, los editores de Harper’s Bazaar comparten algunos de sus títulos favoritos de los 90.
10 cosas que odio de ti (1999)
Heath Ledger como el chico malo que intenta ganar una apuesta. Julia Stiles como una feminista rebelde que toca la guitarra. Un jovencísimo Joseph Gordon-Levitt en uno de sus primeros papeles destacados. Una pelea romántica de paintball. Una confesión de amor poética. Y una historia inspirada en Shakespeare. ¿Qué no se puede amar de 10 cosas que odio de ti? — Joel Calfee, asistente editorial y de redes sociales.
But I’m a Cheerleader (1999)
Ver But I’m a Cheerleader por primera vez fue, sinceramente, una experiencia que me cambió la vida como adolescente gay. Antes de la era de Heartstopper y Love, Simon, no era común ver representación queer en pantalla, y mucho menos en un tono divertido y abiertamente camp. El humor irreverente y políticamente incorrecto de esta película se adelantó al estilo de guion que luego popularizaría Ryan Murphy, lo que hace que hoy se sienta sorprendentemente actual. Además, cuenta con un elenco estelar —de Natasha Lyonne y Melanie Lynskey a RuPaul y Clea DuVall—, todos nombres que siguen brillando en la industria. Atemporal, por decir lo menos. — Calfee.
Clueless (1995)
¿Ha existido alguna vez una comedia adolescente más perfecta? El elenco es increíblemente carismático. Cada línea del guion es divertida. (Todavía digo “¡I totally paused!” cada vez que freno en un alto). Y lo mejor: la trama tiene una mirada generosa hacia las chicas de secundaria, algo que ha envejecido maravillosamente bien. A diferencia de tantas películas juveniles, Clueless no se regodea en mostrar a la chica popular siendo cruel para luego recibir su merecido; si hay un mensaje, es que hay muchas formas de ser una chica y una buena persona. ¿Y qué podría ser más 2025 que eso? — Izzy Grinspan, directora digital.
Cruel Intentions (1999)
Fue sexy, provocadora y llegó justo a tiempo antes del Y2K para convertirse en una de las películas más emblemáticas de los 90, especialmente por la moda y la actitud que toda una generación de jóvenes cool quiso imitar. — Nojan Aminosharei, editor de proyectos especiales.
La muerte le sienta bien (1992)
Si quieres comprobar el atractivo perdurable de este clásico camp, solo espera a que llegue Halloween. Disfrazarte de Meryl Streep (con el vestido al revés para recrear su cabeza girada 180 grados), de Goldie Hawn (con un agujero transparente de escopeta) o de Isabella Rossellini (sin heridas mortales, pero con un escote de infarto) te convertirá en el centro de atención de cualquier fiesta de disfraces. — Aminosharei.
Empire Records (1995)
Incluso en los 90, esta película —sobre un grupo de empleados de una tienda de discos independiente que está a punto de ser absorbida por una corporación— ya parecía demasiado noventera. Sus temas (venderse es malo, la música pop es cursi, “¡Maldito el sistema! ¡Salven Empire!”) pueden sonar lejanos hoy, pero su atmósfera es perfecta, sobre todo si te fascina la estética de esa era. El suéter de felpa y la minifalda de Liv Tyler por sí solos hacen que valga la pena verla. — Grinspan.
Jurassic Park (1993)
Hace poco le mostré esta película a mi hijo preadolescente de la generación alfa. Su reseña: “Mamá, esta película es literalmente solo gente gritando ‘¡Oh, mierda!’ y luego siendo devorada por dinosaurios”. ¿Y qué? Ya no se hacen películas de acción como esta. Ven por la emoción completamente libre de CGI, quédate por las interpretaciones de una joven Laura Dern y un (peligrosamente encantador) Jeff Goldblum. — Grinspan.
La boda de mi mejor amigo (1997)
Algo en mí cambió para siempre cuando vi esta película por primera vez a los 15 años. La combinación de la química explosiva entre Julia Roberts y Dermot Mulroney, la premisa absurda, la subversión del típico final feliz y—por supuesto—la inolvidable escena en el restaurante al ritmo de I Say a Little Prayer, establecieron un estándar dorado para las comedias románticas que pocas películas han alcanzado desde entonces. Roberts interpreta a Julianne, una crítica gastronómica que hizo un pacto con su exnovio y mejor amigo, Michael: si ambos seguían solteros a los 28, se casarían. Pero semanas antes de su cumpleaños, Michael llama para anunciarle que va a casarse… con otra mujer. Ahora Julianne tiene solo unos días para sabotear la boda y demostrarle que, en realidad, están destinados a estar juntos. — Chelsey Sanchez, editora asociada.
Un lugar llamado Notting Hill (1999)
Si hay algo que sé con certeza, es que soy solo una chica, sentada frente a una computadora, pidiéndote que ames esta película. Probablemente una de las mejores del universo cinematográfico de Hugh Grant. Julia Roberts y Grant tienen una química increíble en lo que es una comedia romántica noventera perfecta: romántica, encantadora y eternamente, sin esfuerzo, citable. — Olivia Alchek, diseñadora sénior.
Party Girl (1995)
Party Girl es una joya menos conocida dentro del canon cinematográfico de los 90, pero no por eso menos esencial como referencia de moda. Los atuendos por sí solos ya justifican verla, y una joven Parker Posey como It girl convertida en bibliotecaria es el tipo de historia que solo podría haber sido aprobada en los años 90. Además, la película funciona como una carta de amor a una era perdida de la ciudad de Nueva York. — Lynette Nylander, directora ejecutiva digital.
Hechizo de amor (1998)
Si el 1 de septiembre marca el inicio oficial del maratón anual de Gilmore Girls, el 1 de octubre pertenece a Practical Magic. Este delicado filme de 1998 es perfecto para quienes, como yo, no toleran las películas de terror verdaderas. Combina lo mejor del género sobrenatural —brujas, estética whimsigoth y una acogedora Nueva Inglaterra— con una historia de amor trágica, consolidando su lugar entre los clásicos de culto de los noventa. Ayuda, por supuesto, que las legendarias Sandra Bullock y Nicole Kidman interpreten a dos hermanas brujas marcadas por una maldición. — Sanchez.
Romeo + Juliet (1996)
Debo ser honesta: no soy precisamente una girl de Shakespeare. Pero sí soy, de principio a fin, una girl del Leonardo DiCaprio de los 90. Y no hace falta ser una erudita de la literatura para disfrutar por completo la reinterpretación que Baz Luhrmann hizo en 1996 de la obra más célebre del dramaturgo. La química entre DiCaprio y Claire Danes es simplemente eléctrica, y la banda sonora —centrada en el grunge e integrada por temas icónicos de Garbage, The Cardigans, Radiohead y otros artistas— captura a la perfección la angustia adolescente de la época. — Bianca Betancourt, editora de cultura.
Scream (1996)
Casi todas las películas de terror que he visto en los últimos 20 años, de una forma u otra, han intentado ser Scream. La manera en que esta cinta combinó sátira y sustos fue simplemente genial, y pese a todos los intentos de imitación, ninguna ha logrado mantenerse tan vigente. Scream es una verdadera cápsula del tiempo que reúne a algunas de las mayores estrellas de los 90 (Courteney Cox, Neve Campbell, Drew Barrymore) y contiene uno de mis giros finales favoritos. Sin mencionar que dio origen a secuelas realmente sólidas —algo que no muchas franquicias de terror pueden decir—. Gracias al cielo por Wes Craven. — Calfee.
Se7en (1995)
Ya no me gustan las películas de terror ahora que soy una adulta cobarde, pero las amaba cuando era una adolescente en los 90, y esta es la película de terror definitiva de esa década. Dirigida por David Fincher y con una banda sonora de Nine Inch Nails, aprovecha la estética grunge de la época para narrar un thriller sobre un asesino serial, perfectamente estructurado y con un giro final legendario. Advertencia: también es absolutamente repulsiva. Probablemente nunca vuelva a verla, pero sigo haciendo referencia a ella todo el tiempo. — Grinspan.
Cambio de hábito (1992)
Whoopi Goldberg interpreta a una cantante de bar que, al entrar en un programa de protección de testigos, termina en un convento, dirigiendo un coro de monjas desatadas que fusionan clásicos del R&B con espíritu góspel. Gracias, años 90. — Aminosharei.
The Birdcage (1996)
Esta comedia de Mike Nichols, protagonizada por Robin Williams y Nathan Lane, no solo es una muestra hilarante del talento de ambos actores en su mejor momento, sino también una rareza para la época: una película gay libre de trauma o del espectro de la crisis del VIH/SIDA, y en cambio, una celebración luminosa de la comunidad LGBTQ+. Centrada en una relación amorosa entre dos hombres y en amistades genuinas entre personajes gay y heterosexuales, incluye drag queens y satiriza la homofobia con un humor fársico y afilado. — Aminosharei.
The Truman Show (1998)
Mi relación con The Truman Show es complicada. Cuando vi esta película por primera vez, siendo niña, su trama me aterrorizó. De repente estaba convencida de que todos en mi vida eran actores pagados (¿y no suena eso completamente a algo que haría una Leo?). Ahora, como adulta un poco menos ansiosa, he aprendido a adorar este clásico conmovedor, que además muestra una de las raras interpretaciones dramáticas de Jim Carrey, en plena forma. Y pese al paso del tiempo, la película sigue sintiéndose actual por la forma casi orwelliana en que anticipó el auge de la televisión de realidad y, en general, del estado de vigilancia. — Calfee.
Titanic (1997)
Sin ánimo de exagerar, Titanic prácticamente definió el cine de los 90, y no creo que haya habido una historia de amor tan grandiosa y emotiva desde entonces. Leonardo DiCaprio, en su mejor momento, interpreta a Jack, un artista nómada, junto a una Kate Winslet en el papel que la lanzó al estrellato, como una joven aristócrata británica. Dos almas de mundos opuestos que se enamoran de inmediato… aunque su historia, por supuesto, está destinada al naufragio. Una caja de pañuelos y cantar My Heart Will Go On de Céline Dion son requisitos obligatorios para verla. — Betancourt.
Trainspotting (1996)
Igualmente grunge, igualmente perturbadora, pero absolutamente imprescindible si te atraen los mundos oscuros con una estética potente. La película sigue a un grupo de amigos adictos a la heroína en Escocia y fue la que lanzó a Ewan McGregor a la fama. También podrías saltártela por completo —es básicamente una gran advertencia de contenido; los 90 eran raros— y limitarte a disfrutar su banda sonora, una mezcla impecable de Britpop, post-punk de los 80 y electrónica. — Grinspan.
Twister (1996)
Rodada justo antes del auge del CGI, Twister llevó al límite a su elenco bajo la dirección de Jan de Bont. Bill Paxton, Helen Hunt y un sólido grupo de actores de reparto —entre ellos Philip Seymour Hoffman y Jami Gertz— soportaron auténticas tormentas: bolas de hielo arrojadas directamente a Paxton y una conmoción cerebral para Hunt durante una persecución en auto a través de un campo de maíz. El resultado fue tan entretenido que el elenco aún recuerda la filmación con cariño. Y 28 años después, el éxito de su secuela, Twisters —especialmente en formato 4DX— demuestra que el público sigue deseando esas viejas emociones de alto presupuesto. — Aminosharei.
Romy y Michele (1997)
Aunque su estreno en taquilla fue modesto, esta película ha alcanzado con el tiempo el estatus de culto y con razón. Lisa Kudrow y Mira Sorvino despliegan una química deliciosa como Romy y Michele, dos mejores amigas que fueron víctimas de acoso en la preparatoria y deciden reinventarse para asistir a la reunión de su generación diez años después. Con vestuarios espectaculares —a cargo de Mona May, la diseñadora de Clueless— y un guion tan divertido como ingenioso, Romy y Michele es el plan perfecto para revivir el encanto del cine de finales de los 90. — Sanchez.
The Matrix (1999)
Mi primer acercamiento a The Matrix fue en la clase de literatura de la preparatoria, cuando mi profesor la comparó con la alegoría de la caverna de Platón. En caso de necesitar un repaso de filosofía griega: Platón describe a unos prisioneros que han pasado toda su vida encadenados dentro de una cueva, donde la única realidad que conocen son las sombras proyectadas en la pared frente a ellos. Así ocurre también en The Matrix: Neo (Keanu Reeves) se libera de sus cadenas metafóricas al descubrir que toda su vida ha sido una realidad simulada creada por máquinas inteligentes que cosechan la energía humana. A partir de ese momento, él y un grupo de humanos liberados deben luchar por liberar al resto de la humanidad del control de la Matrix. He aquí la película que dio origen a una franquicia icónica y a disfraces de Halloween instantáneamente reconocibles durante décadas. — Sanchez.
Lejos del cielo (1992)
El director Ron Howard llevó al público de los noventa de vuelta a la América del siglo XIX con esta historia profundamente romántica, entrañablemente sentimental y sumamente subestimada sobre dos inmigrantes irlandeses. Nicole Kidman y Tom Cruise interpretan a Shannon Christie y Joseph Donnelly, dos aliados improbables de distintas clases sociales que deciden perseguir juntos el sueño americano. Tras dejar atrás su país natal, ambos luchan por sobrevivir con la esperanza de algún día poseer tierras en el Lejano Oeste. — Sanchez.
Tiempos violentos (1994)
Pulp Fiction es, en esencia, la película definitiva de Quentin Tarantino. El filme entrelaza distintas historias de crimen y violencia en Los Ángeles, incluyendo las de los sicarios Vincent (John Travolta) y Jules (Samuel L. Jackson), el jefe mafioso Marsellus Wallace (Ving Rhames) y su esposa Mia (Uma Thurman), así como la del boxeador Butch Coolidge (Bruce Willis). Una obra maestra que redefinió la narrativa cinematográfica de los 90. — Sanchez.
Thelma & Louise (1991)
Susan Sarandon y Geena Davis interpretan a nuestras heroínas trabajadoras en este épico drama criminal de carretera. Las mejores amigas Thelma y Louise planean un tranquilo viaje de pesca, pero todo da un giro drástico cuando Louise dispara y mata a un hombre que intenta agredir a Thelma, lo que obliga a ambas a huir de la ley. La película obtuvo seis nominaciones al Óscar en la 64ª edición de la Academia —incluyendo nominaciones a Mejor Actriz tanto para Sarandon como para Davis— y ganó el premio a Mejor Guion Original. — Sanchez. (I)
Este artículo salió originalmente en Harper's BAZAAR Estados Unidos.