Paris Fashion Week
En los 76 desfiles presentados se vio de todo: desde las casas con espíritu clásico y elegancia atemporal, hasta las propuestas más experimentales e innovadoras. París se convirtió en un escenario en sí mismo, desplegando la moda por cada rincón.
Saint Laurent volvió a conquistar esta ciudad con un desfile al pie de la Torre Eiffel, donde las siluetas fuertes y los tonos neutros reafirmaron la sofisticación eterna de Anthony Vaccarello. En contraste, Mugler llevó la experiencia al subsuelo parisino, presentando su colección en un venue subterráneo que evocaba un garaje. Una puesta en escena de estética cruda, brutalista y sensual, como el carácter provocador de la maison.
Los debuts de la temporada fueron un despertar para todos, revelando la esencia de las casas bajo nuevas direcciones creativas.
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En el caso de Dior, Jonathan Anderson presentó su primera colección ready-to-wear femenina. El evento comenzó con un video titulado: ¿Te atreves a entrar a la Casa Dior?, encargado al documentalista británico Adam Curtis, quien combinó imágenes históricas, elementos del cine de horror y referencias visuales intensas para marcar el tono de la propuesta.
“El lenguaje de Dior es a la vez familiar y sorprendente”, escribió Anderson en las notas del desfile. “Es una invitación a soñar en grande, a aceptar el teatro de la vida y a disfrutar del poder de la moda para reconfigurar lo cotidiano en un escenario de fantasía”.
Con 74 looks, Anderson transformó la manera de vivir Dior. Se encargó de vestir y honrar el cuerpo femenino con su visión excéntrica y refinada. Los diseños exploraron un lado más sensual y poético, reinterpretando el corset de forma única: drapeados que sugerían las curvas de la silueta a través de la tela, transparencias y encajes que jugaban con la luz y faldas de gran volumen y fluidez. Fue una colección donde la forma y la silueta se llevaron el protagonismo.
Los accesorios también tuvieron un papel esencial: sombreros geométricos con bordes puntiagudos que rompían con la idea de lo tradicional, carteras icónicas como la Lady Dior en gamuza, tacones slingback con lazo y zapatos adornados con flores de gran tamaño. En conjunto, un Dior que mira hacia adelante sin renunciar a su teatralidad: más libre, más audaz y profundamente femenino.
Luego tenemos a Jack McCollough y Lazaro Hernandez al frente de Loewe. En su debut, el pasado 3 de octubre, expusieron una colección divertida, juguetona y llena de energía. Tras más de 25 años construyendo su propia marca, los diseñadores encontraron en Loewe un nuevo espacio para expandir su creatividad. “Ha sido increíble. Ni siquiera sé cómo explicarlo: poder liberar eso que llevamos dentro, sin restricciones, simplemente jugar y experimentar. Estamos muy felices y creo que eso se nota”, comentó Hernandez.
Una propuesta que celebró la artesanía característica de Loewe con la irreverencia que siempre ha definido al dúo. Lo cotidiano se volvió extraordinario. Lo que normalmente asociamos con lo práctico —jeans, camisetas o chaquetas— se transformó en arte a través de tecnología 3D. Las prendas aparentaban sencillez, pero su construcción contaba otra historia: los jeans no eran denim, sino cuero desgarrado y tratado para imitar su textura; las camisas, plegadas a mano y pintadas con aerosol, convertían lo clásico en un objeto escultórico; y las camisetas, tejidas con hilo de cuero entrelazado con alambre, mantenían su forma como si el movimiento quedara suspendido en el aire.
Las siluetas rígidas y geométricas tenían un toque lúdico gracias al color, mientras que los detalles asimétricos y las combinaciones cromáticas desafiaban los límites de la estética tradicional. Cada pieza revelaba un proceso de confección minucioso, donde nada era tan simple como parecía. Los accesorios siguieron la misma línea. La pieza clave de la temporada fue la bolsa Amazona, reinterpretada con una sola asa en gamuza, cuero o piel de cocodrilo, acompañada por tacones de transparencias ópticas que reflejaban los tonos de las medias, creando un efecto visual casi líquido.
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Estas son las tres tendencias que dominaron el cierre del mes de la moda.
Layering
Se impuso como uno de los lenguajes más fuertes de la temporada. En Issey Miyake, camisetas sobre camisas y chalecos estructuraron siluetas dinámicas. En Alain Paul las múltiples t-shirts y las faldas sobre pantalones exploraron una versión más urbana y experimental. Una tendencia que redefine las proporciones y celebra vestir sin reglas.
Cuello alto
Regresó con fuerza como símbolo de elegancia y de poder. En Alaïa apareció en chaquetas y en vestidos que abrazaban el cuerpo con sofisticación. Courrèges lo llevó a su máxima expresión: modelos cubiertas por completo y vestidos con paneles frontales que evocaban una sensualidad contenida. Una tendencia que combina misterio, minimalismo y fuerza visual.
Bold shoulders
Los hombros marcados dominaron las pasarelas, con la silueta como una declaración de poder. Celine presentó una amplia variedad de blazers —de distintos cortes y largos— que reinterpretan la sastrería clásica con actitud moderna. Balenciaga los llevó más allá, incorporándose en blusas y vestidos que jugaron con el volumen extremo y la proporción. (I)