“¿Así que eres la de las camisetas en la oficina?” me preguntó mi novio cuando le conté que iba a escribir sobre mi obsesión con las camisetas gráficas —esas camisetas con diseños, ilustraciones, logotipos, frases, imágenes o estampados sobre la tela—. Su comentario me descolocó por completo.
Me gusta pensar que mi amor por ellas me sitúa en la misma categoría que, digamos, Björk, cuyas fotos promocionales solían estar llenas de este tipo de prendas. Creo que me enamoré de las camisetas gráficas cuando la vi usando una que reimaginaba de forma vulgar el logotipo de Coca-Cola. Pero aquí estaba yo, viendo cómo mi prenda favorita me hacía comparable con personajes como Frank de 30 Rock o Bruce Vilanch. “No soy, tipo, ese hombre de cincuenta años fanático del epic bacon en Reddit”, protesté. Pero mi novio me informó que Reddit ahora es cool.

Creo que amo las camisetas gráficas porque las mejores logran destilar el milagro del gran diseño en una forma que mi cerebro puede comprender por completo. Adoro mi baby tee negra con la reproducción del cartel “Directed by Kathleen Collins”, de su película Losing Ground. Cuando la uso, me recuerda todas las imágenes imborrables de ese filme.
Durante un tiempo, mis lugares favoritos para encontrar camisetas gráficas eran las tiendas de museos y galerías. Estamos viviendo una edad dorada del merch de exposiciones, lo que significa que tengo una camiseta de Lauren Halsey y otra de Lorraine O’Grady que probablemente seguiré usando hasta el día en que muera.
Me causa una gran tristeza no ser una persona visual. Amo la belleza, pero mi mente realmente no la entiende.
Incluso ese sentimiento —“amo la belleza”— me llega como un bloque de texto, no como la imagen de algo hermoso. El diseño correcto en una camiseta o un estampado textil pone aquello que parece inalcanzable —los principios que organizan el mundo visual— en un espacio donde puedo leerlo.

Willy Chavarria desfila por la pasarela durante su desfile de moda masculina Otoño-Invierno 2025/2026 con una camiseta con el lema "Cómo amamos es quiénes somos".

Un look de la colección Primavera-Verano 2026 de Willy Chavarria para hombre.
Hace unos días estuve en una cena literaria y una poeta llevaba puesta una camisa abotonada con un estampado que mostraba, repetidamente, la imagen de una persona siendo embestida por un toro rosa. El estampado se llamaba Tipper Gore, del estudio de la artista textil Juli Raja. Le dije a la poeta que amaba su camisa. También le conté que me encantaban los estampados gráficos y sobre las bromas suaves que había recibido por esa afición. “Oh, pero a mí también me encantan”, respondió ella. Entonces desabotonó su camisa Tipper Gore para revelar una camiseta que había mandado imprimir años atrás. Decía Team Snail, una referencia a una caminata benéfica que había organizado para una amiga con Parkinson.
Me encanta que, a través de todas las imágenes gráficas con las que esta mujer eligió adornarse, pude conocer una historia de sí misma —su vida, sus intereses—, todo destilado en impresos. Una simple camiseta negra jamás podría lograr eso.

Pedro Pascal con una camiseta gráfica con el lema “Protect the Dolls” (Protejan a las muñecas), que se convirtió en un símbolo de apoyo a la comunidad transgénero.

Caitlin Clark lleva una camiseta con el lema “Páguenos lo que nos deben” en apoyo a la igualdad salarial entre hombres y mujeres en el baloncesto profesional.
Cuando estaba en la universidad, mis amigos y yo solíamos comprar papel transfer para planchar y hacer nuestras propias camisetas gráficas. La idea era crear una prenda que nadie más pudiera tener: una baby tee con una imagen descartada de una sesión promocional de Cyndi Lauper y la frase “I Got a Hole in My Heart All the Way to China”; una camiseta casera de fan de Yma Sumac —cuando The Big Lebowski aún circulaba en el zeitgeist, o al menos en los dormitorios universitarios— y un conjunto de camisetas a juego para mis compañeras de cuarto y para mí que decían “Gap Toothed Woman”, porque todas teníamos diastema y nos habíamos obsesionado brevemente con el documental homónimo de 1987.
Aquellas camisetas se perdieron hace tiempo —donadas a Goodwill, olvidadas en algún bar subterráneo o robadas por hermanos—, pero juntas cuentan una historia: una forma de organizar mis propias obsesiones, es decir, una manera de organizar mi vida interior.
Este artículo salió originalmente en Harper's BAZAAR Estados Unidos.