En una temporada de transformaciones, Gucci entendió que el verdadero espectáculo no siempre sucede sobre la pasarela. En lugar de un debut tradicional para Demna, la casa italiana apostó por una jugada maestra de relaciones públicas: borró todo su contenido en redes sociales, un día antes de Milan Fashion Week, subió la colección en cuadros bajo el título “La Familia” y presentó un cortometraje con Demi Moore como protagonista.
La estrategia culminó en un teatro milanés, donde Moore, Gwyneth Paltrow, Serena Williams, Alex Consani y muchas otras celebridades desfilaron en vivo llevando las piezas, cada una encarnando su propio personaje. Gucci convirtió el cine en pasarela y las redes sociales en escenario, logrando que el mundo entero hable de su nueva era.
Otras casas aprovecharon la semana para marcar nuevos comienzos. En Bottega Veneta, Louise Trotter debutó con una colección que revalorizó la herencia artesanal de la firma a través de volúmenes esculturales y un intrecciato reinterpretado.
“Este desfile trataba realmente sobre el viaje y la vida de Bottega Veneta. Quería hablar de la casa como si fuera una persona viva”, explicó la diseñadora.
Versace también vivió un relevo histórico con la primera colección de Dario Vitale, quien presentó jeans de talle alto, vestidos descubiertos y una paleta vibrante, rescatando la sensualidad provocadora de la firma. A ellos se sumaron Façon Jacmin, con su debut en el calendario oficial, llevando su estética minimalista y conceptual desde Bélgica hacia el escenario italiano.
Te contamos las cinco tendencias que dejó esta semana:
Encajes
Entre transparencias y romanticismo, el encaje volvió a reclamar su lugar en Milán. Antonio Marras lo utilizó como vehículo narrativo en vestidos cargados de teatralidad, casi como piezas de museo que hablan de tradición y memoria. Blumarine, en cambio, lo reinterpretó desde la sensualidad adolescente y rebelde, con siluetas ajustadas y una paleta de negro, blanco y un delicado tono nude que reforzaron su aire de nostalgia dosmilera. Dos visiones opuestas que coincidieron en un mismo punto: el encaje ya no es un detalle accesorio, se impone como uno de los hilos conductores de la temporada.
Tailoring relajado
Lejos de la rigidez clásica, el tailoring en Milán se inclinó hacia siluetas más cómodas y fluidas. Alberta Ferretti presentó trajes de líneas suaves con un aire bohemio, que mezclaba elegancia y desenfado. En Fendi, la sastrería se transformó en prendas de caída ligera, casi etéreas, que redefinieron la formalidad desde la comodidad, con colores intensos que aportan energía a la propuesta. Mientras que, Boss apostó por un tailoring desestructurado y casual, pensado para moverse con libertad sin perder sofisticación.
Flecos
Los flecos se convirtieron en protagonistas absolutos de las pasarelas milanesas. En Giuseppe Di Morabito, se transformaron en faldas de movimiento dramático que aportan dinamismo a cada paso. Optó por darles todo el protagonismo en conjuntos monocromáticos. Bottega Veneta los llevó a un terreno más artístico, creando piezas donde las hebras largas y densas generaban texturas casi escultóricas, con un paso más arraigado al jugar también con combinaciones de colores. No se trató de un adorno bohemio, sino de una declaración de estilo que convirtió a los flecos en uno de los recursos más poderosos de la temporada.
Rayas
Las rayas regresaron esta temporada en Milán, pero con lecturas muy distintas. Dolce & Gabbana las llevó hacia un terreno elegante y sofisticado, evocando la estética escandinava de los pantalones tipo pijama, con un aire relajado, pero pulido. Versace, en cambio, optó por una versión más juguetona y rebelde: rayas atrevidas que se mezclaron con transparencias, aberturas y siluetas cargadas de sensualidad, en línea con la colección que celebró el lado más sexy de la casa italiana.
Monocromía
El poder de un solo color dominó varias pasarelas, demostrando que a veces menos es más. Ferrari llevó la propuesta al extremo con estilismos totalmente blancos, pero también exploró la monocromía desde la textura: conjuntos en denim lavado o cuero que resaltaban la fuerza de un solo material. Ferragamo, en cambio, aportó una mirada más sofisticada con tonos negros, azules, cafés y beige, todos trabajados en clave monocromática. Su tailoring pulido y elegante añadió un aire de modernidad contenida, confirmando que la monocromía puede ser tan versátil como poderosa. (I)