Nina Chanel Abney, Dance 1, 2022
Nina Chanel Abney, Dance 1, 2022 © NINA CHANEL ABNEY

Por un breve periodo en la historia reciente, la moda parecía ser creativa y acogedora, además de cada vez más rentable. En pocas palabras, era casi todo lo que cualquiera podría desear que fuera. No era perfecta, ni de cerca, pero parecía estar avanzando de manera real hacia la mejor versión posible de sí misma.

El movimiento por la positividad corporal logró que se celebrara una variedad de siluetas en las pasarelas, en la publicidad y en las revistas. Los guardianes corporativos hacían un esfuerzo consciente por abrir las puertas a quienes habían estado históricamente marginados. La diversidad, la equidad y la inclusión se habían convertido en aspectos deseables dentro de la conversación cultural. El género se entendía como un espectro amplio, hermoso y difuso. Y el ascenso de Virgil Abloh, desde 2013 hasta su muerte en 2021, a los 41 años, era la prueba de que si la moda ampliaba su lente, mucho talento periférico entraría en foco.

La moda irradiaba optimismo y se veía bien.

Virgil Abloh por Rahim Fortune para Harper’s Bazaar Estados Unidos, edición Abril 2021.
Virgil Abloh por Rahim Fortune para Harper’s Bazaar Estados Unidos, edición Abril 2021.

He dedicado los últimos dos años a comprender el mundo de la moda que Virgil Abloh creó. Fue el primer director artístico negro de la línea masculina de Louis Vuitton y fundador de Off-White. Hizo historia y rompió barreras, al mismo tiempo que ayudó a muchas personas marginadas que amaban la moda, en especial las grandes marcas de diseñador, a sentirse parte de un universo exclusivo. Logró que lo reservado y elitista resultara acogedor.

La brevísima pero impactante carrera de Abloh fue el tema de mi investigación, que dio como resultado Make It Ours: Crashing the Gates of Culture with Virgil Abloh. El libro es una biografía, pero también una historia cultural de los cambios en el panorama de la moda que permitieron que Abloh —quien no había estudiado diseño, ni acumulado una larga lista de pasantías, ni provenía de una familia fabulosamente rica— lograra triunfar.

Hubo muchas razones para su éxito. La primera, por supuesto, fue su talento. Las demás tenían que ver con la creciente importancia de la moda masculina, las zapatillas deportivas, las redes sociales y la presencia de los hombres negros en el ecosistema de la moda. Pero, un factor determinante fue su sentido del optimismo.

“Un poco de cómo llegué hasta donde estoy: mantengo la calma. También soy optimista. Creo que el mundo puede ser un lugar mejor”, dijo Abloh.

Louis Vuitton men’s Spring 2019. Getty Images
Louis Vuitton men’s Spring 2019. Getty Images

Abloh entendía que el optimismo era la base de las prendas que creaba: algunas excelentes, muchas simplemente correctas y otras, bueno, no tan buenas; pero, más importante aún, era la relación con sus clientes. Si él podía lograrlo, ellos también podían. Disfrutaba de su propio éxito, pero celebraba con un entusiasmo innegable el éxito de los demás. Su página de Instagram era comparable a un chat grupal sobre creatividad y posibilidades. Era amable, la palabra que más se repitió cuando la gente lo describía. La bondad era su moneda y fue la inversión inicial de sus logros.

"No digo que Abloh haya tenido éxito por ser amable", dijo Fraser Cooke, quien trabajó con él en una colaboración de zapatillas para Nike. “Parecía genuinamente abierto y justo con todos. Creo que eso hacía que la gente le tomara cariño, quisiera trabajar con él y, lamentablemente, no hay tantas personas así”. 

En efecto, la amabilidad es más escasa de lo que debería en la moda. La industria tecnológica moderna ya no se interesa en suscribir el lema que alguna vez advirtió “Don’t be evil” y ahora parece perfectamente cómoda rompiendo tanto cosas como personas. Junto con estos giros políticos y empresariales, el clima estético también ha cambiado. Se inclinó hacia los estereotipos de género, con las tradwives y la villanía misógina de la manosphere. El dinero se convirtió en medida del valor humano, más que en una forma de seguridad y un medio para adquirir cosas geniales que generan alegría.

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La mezquindad dejó de ser un desafortunado subproducto de la búsqueda de un tesoro y ahora es el propósito mismo del viaje. Muchas imágenes ejemplifican el clima político, social y estético actual, pero una de las más punzantes involucra a Kristi Noem y un reloj de oro.

Noem es la secretaria de Seguridad de los Estados Unidos, la agencia gubernamental encargada de supervisar el objetivo de la administración Trump de deportar a unos 3.000 inmigrantes indocumentados por día. Alojar a estos detenidos ha resultado un desafío. Antes de que la administración inaugurara Alligator Alcatraz —un centro de detención algo endeble construido en medio de los Everglades de Florida, con sus huracanes, mosquitos y los reptiles ya mencionados— gran parte de la atención pública se centraba en la decisión del gobierno de enviar a sus detenidos a una enorme prisión-bodega en El Salvador conocida como el Centro de Confinamiento de Terrorismo.

Mientras Noem recorría la instalación latinoamericana y hablaba con los medios reunidos sobre el crimen, la deportación y la inmigración, vestía una camiseta blanca de manga larga, pantalones grises con cordón, una gorra de béisbol de Homeland Security… y un reloj de oro de 18 quilates que se vende por aproximadamente US$ 50.000.

El reloj podría haber pasado desapercibido, pero Noem grabó un video en el que aparecía frente a un bloque de celdas lleno de prisioneros apilados unos sobre otros como troncos de leña. Mientras advertía a los migrantes que pudieran estar considerando llegar a Estados Unidos que la prisión salvadoreña bien podría ser su destino, la luz se reflejaba en la correa dorada del reloj. Su cabello castaño caía sobre los hombros en rizos estilo Utah. Y su maquillaje estaba listo para cámara, si no es que directamente glamuroso.

Había algo vicioso en las coqueteadas de Noem con un brillo al estilo Breck-girl de antaño y en su exhibición de riqueza. Todo en la apariencia de Noem transmitía el mensaje de que no solo era más privilegiada que los hombres encarcelados, sino que también era más humana. Era el ideal de americana al estilo de los años 50. Los prisioneros que miraban a la cámara tenían la cabeza rapada. Muchos estaban sin camiseta. Aquellos que vestían ropa completa llevaban uniformes blancos de prisión, cuyo propósito principal es destruir cualquier sentido de individualidad y autonomía.

Off-White Fall 2022. LAUNCHMETRICS SPOTLIGHT
Off-White Fall 2022. LAUNCHMETRICS SPOTLIGHT

A lo largo de los años, han existido muchas tendencias de moda que otorgaban a quienes las adoptaban una especie de froideur altiva y despectiva. La moda ha transitado por todo tipo de estilos recargados y estructurados que pretendían transmitir riqueza, estatus y atractivo sexual, pero que también tenían el efecto de cubrir al portador con una capa de frialdad. Pienso en la era de Masters of the Universe, con sus radiografías sociales y los titanes de Wall Street. La ropa de entonces —corbatas de poder y trajes Armani, así como los poufs de Christian Lacroix— se trataba de extravagancia y poder, pero también tenía algo louche y, bueno, de buen humor. Eran una celebración del éxito personal.

Ahora la ropa parece celebrar los fracasos de otros o su incapacidad de estar a la altura de un estándar atrasado de feminidad, masculinidad o patriotismo. O lo que sea.

Los tech bros del pasado disfrutaban de moverse por los pasillos del poder con toda la informalidad que quisieran. Esos hoodies y jeans caídos sugerían un tipo de idealismo sobre el poder: que no debía transmitirse por linajes, que no tenía que estar atado a tradiciones y suposiciones, que podía ser ágil y orientado a abrir el mundo y conectar a las personas más allá de las fronteras. Pero muchos de los líderes tecnológicos ahora se han envuelto en la mezquindad de MAGA: un estilo de vestir casi caricaturesco en su malevolencia.

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Durante el punto álgido de sus recortes a programas gubernamentales y empleos, Elon Musk se subió al escenario de una conferencia de activistas conservadores con su gorra de béisbol Dark MAGA y sostuvo una motosierra como si fuera un trofeo. Mark Zuckerberg, cuya plataforma Facebook ha hecho cada vez más difícil distinguir entre hechos y desinformación, se ha dado un cambio de imagen. Ahora, en lugar de lucir como un adolescente idealista con corte crew y hoodie, ha dejado crecer su cabello, usa una medalla de oro grabada con una oración judía que canta a sus hijos antes de dormir y, ocasionalmente, una cadena de oro que dice le regaló el rapero T-Pain. La combinación da la impresión de un cosplay de chico rudo cibernético, no de un padre preparándose para la canción de cuna nocturna. Y Jeff Bezos, fundador de Amazon, hace tiempo que dejó de ser un empresario intelectual para convertirse en un multimillonario con gafas de sol, camiseta ajustada y musculatura marcada, que ha insinuado que todas las regulaciones destinadas a proteger el ambiente, a los menos afortunados y la democracia, de alguna manera han limitado el crecimiento financiero en este, el país más rico de todos.

Willy Chavarria Spring 2026. Getty Images
Willy Chavarria Spring 2026. Getty Images

La mezquindad está de moda. La crueldad se ha convertido en una especie de adorno estético. Muchas de las referencias culturales giran en torno a un iconografía de género estricta. Mujeres: cabello largo y suelto, vestidos ajustados en colores brillantes, tacones, joyas, grandes abrigos de piel, vestidos ceñidos. Hombres: trajes de poder, cabello engominado, armas (ya sea bíceps o de otro tipo), corbatas rojas, corbatas rojas, corbatas rojas…

Pero la moda es realmente moda cuando nos inspira a ser más auténticamente nosotros mismos, en lugar de una versión impuesta. La moda está en su mejor momento cuando se enfrenta al pesimismo y celebra el optimismo, cuando encuentra inspiración en los marginados —los excéntricos y los payasos—, no en los privilegiados.

Las colecciones recientes más memorables han venido de diseñadores que buscan deleitar a su público con excentricidad y energía juvenil. O de aquellos que abrazan la seriedad de los tiempos, pero también expresan una creencia obstinada de que el camino hacia adelante se recorre con determinación y amabilidad.

Spring 2026 Dior men’s show por Jonathan Anderson. LAUNCHMETRICS SPOTLIGHT.
Spring 2026 Dior men’s show por Jonathan Anderson. LAUNCHMETRICS SPOTLIGHT.

Jonathan Anderson abordó su debut en Dior para la colección masculina Primavera 2026 con respeto por la historia de la casa, pero con la disposición de jugar con ella: mezclando colores sorpresa en el gris Dior, sin quedarse atrapado en las tradiciones de género y aligerando la pomposidad con naturalidad. Fue una colección que invitaba a acercarse para descubrir cada detalle.

La hermosa colección Primavera 2026 de Willy Chavarria, también presentada en París en junio, reconoció de manera dramática el ataque de la administración Trump contra los inmigrantes. Al ritmo de “California Dreamin’”, cantada en inglés y español, modelos negros y marrones con camisetas blancas oversize caminaron por la pasarela y se arrodillaron en formación, como tantos deportados habían sido obligados a hacer tras ser enviados a prisión sin debido proceso. Pero la colección, titulada Huron, en honor al lugar natal del diseñador mexicano-estadounidense en el Valle de San Joaquín, California, también incluyó hombres y mujeres elegantes y seguros de sí mismos en tonos amarillo sol, caqui y turquesa. Celebraba el estilo, la vitalidad y el optimismo inherentes a ser descendiente de inmigrantes recientes. La moda es más notable cuando ayuda a amplificar, en lugar de silenciar, esa pequeña voz en tu mente que dice que tal vez, solo tal vez, un sueño puede hacerse realidad.

Abloh sabía que eso era cierto. Durante mucho tiempo fue un outsider observando un mundo glamuroso, cool y sofisticado. Amaba la moda, no porque lo hiciera sentir más poderoso que otros o mejor que nadie, sino porque lo hacía sentir parte de una comunidad, construida sobre el optimismo. Algo que no solo es bueno para la moda, sino también para el alma.

Esta historia apareció originalmente en la edición de septiembre de 2025 de Harper’s BAZAAR Estados Unidos.