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Shaman: cine de terror absolutamente ecuatoriano

La película con la que arranca la cuarta edición del Festival Internacional de Cine Friki es una producción norteamericana, pero en el fondo, es un filme nacional.

Por Eduardo Varas Carvajal

SHAMAN — Cortesía

Antonio Negret y Luiza Ricupero estuvieron en Ecuador hace pocos días. El verbo que se debería usar con precisión es “volver”, porque ambos —un matrimonio dedicado al cine; él desde la dirección; ella, como productora—, cada uno por su cuenta, vivieron por algunos años en nuestro territorio. Y sí, volvieron para presentar la más reciente película en la que ambos trabajaron. Una que él dirigió, con guion de su hermano Daniel, y en la que ella cumplió roles de producción

Un filme que se rodó en Ecuador en 2023, que tiene en su mayoría un crew y elenco ecuatoriano y que se filmó con el apoyo —delante y detrás de cámara— de la gente de la comunidad de Pulinguí, parroquia San Andrés, cantón Guano, en la provincia de Chimborazo. Para Negret y Ricupero es imposible no considerar a Shaman una película ecuatoriana: “su alma es ecuatoriana, su corazón es ecuatoriano y esperamos que la gente de Ecuador la disfrute”, dice Antonio Negret, sentado es la cafetería de una sala de cine al norte de Quito.

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Shaman es un filme de terror puro y duro. Es un largometraje que agarra la mayoría de los tropos conocidos en el género y les da la vuelta. Aquí se cuenta la lucha de una pareja de misioneros —interpretados por Sara Canning y Daniel Gillies— en contra de un espíritu demoníaco que ha poseído a su hijo —Jett Klyne—. Los tres, que ya están radicados en Ecuador, en una zona rural de la Sierra central, con el gigante volcán Chimborazo como parte de su escenario natural, deberán cuestionar los alcances de su fe y abrirse a los líderes espirituales de la zona, para encontrar la mejor manera de librarse de esa fuerza que los quiere destruir y que es más antigua que cualquier ritual de exorcismo conocido. 

¿Por qué hacer una película de terror? “No he hecho mucho terror —dice Negret—, pero sí lo he dirigido. Hice una película, Seconds Apart (2011) e hice en televisión The Chillings Adventures of Sabrina (serie de la que dirigió dos episodios), pero eso es un terror un poco más divertido. Siempre que he podido me ha encantado trabajar con terror y parte de la razón de hacer Shaman fue volver a nuestras raíces, a ese género que tanto amo”. A esto hay que agregarle que la idea de hacer un filme sobre un exorcismo también significó un esfuerzo: “se repiten mucho estas películas y las reglas se han vuelto un poco frías, ya todos saben lo que va a pasar, esperan la fórmula”. 

Como respuesta, Shaman consigue romper lo formulaico y sorprender, sobre todo con un desenlace que más que asentarse en sustos y efectos, se sostiene por la desolación que consigue.

El retorno a las raíces

Hay algo más detrás de ese “volver a las raíces” que habla el director. Cuando Daniel Negret habló con su hermano y él le dijo que estaba escribiendo un guión de terror en Ecuador, la emoción fue grande porque significaba retornar al país en el que vivieron por cinco años, cuando eran niños.

“Era la posibilidad de regresar al lugar en el que crecimos y capturar un poco la magia, el poder y el miedo que existe en la naturaleza, en la comunidad indígena y en Ecuador en sí mismo”, confiesa Antonio.

Esta no es una película de ficción que solo ha recurrido a la imaginación. En realidad, estos espacios —el Chimborazo, Quito, Riobamba— eran conocidos por el equipo creativo y por eso, hacerla aquí fue determinante. 

Luiza se puso en contacto con los productores ecuatorianos María de los Ángeles Palacios y Cristian Rojas, con quienes empezaron a ubicar un espacio que Antonio había encontrado en una fotografía mientras googleaba por locaciones. Así dieron con la comunidad de Pulinguí. “Cristian Rojas llegó a la aldea porque conoció a una de las familias que lidera el lugar y así empezamos a hablar con ellos para explicarles que veníamos con otra visión, que no queríamos llegar, destruir y salir. Nos hospedamos en sus hostales y ellos se encargaron del catering, todo eso se siente en la película”, cuenta Ricupero.

Fueron 80 familias a las que pedimos permiso para rodar en sus tierras y esas familias participaron en la película. El material de la leyenda que contábamos se enriqueció a través del trabajo con ellos”, recuerda Negret. Esto significó que muchos de los detalles ligados a la cosmovisión o a las acciones del chamán andino se fueron ajustando durante el rodaje, gracias al conocimiento de la gente y de los actores ecuatorianos. 

Humberto Morales interpreta al chamán y Segundo Fuérez hace de Atok, su mano derecha. Las actuaciones son uno de los puntos más contundentes. La película inicia con la voz del padre Meyer oficiando un ritual de bautismo a un grupo de indígenas que han aceptado la fe católica, gracias al trabajo de los misioneros estadounidenses. Antes de verlo en pantalla, la voz se puede identificar como la del actor guayaquileño Alejandro Fajardo, una de las fuerzas que moviliza el filme —además de ser el sujeto de una de las escenas más terroríficas—. 

“Amo a Alejo”, dice Negret. “Es uno de los mejores actores que tiene y ha tenido el país en toda su historia”. El director del filme lo conoció por varios largometrajes, pero no fue hasta su llegada Ecuador, poco tiempo antes de empezar a rodar, que lo vio en una obra de teatro, dirigida por Sebastián Cordero. Verlo ahí fue suficiente para hablarle de lo que quería para la película. “Hizo un casting fantástico”, cuenta Negret.

Cortesía "Shaman".

“Tuvimos varias conversaciones y él tiene una capacidad increíble, porque no solo actúa lo que está pasando en el momento, también muestra todo lo que está bajo la superficie y él lo entendió muy bien”, dice el director.

El padre Meyer funciona en el contexto del largometraje porque responde a la idea de este personaje en crisis de fe y personal, que debe enfrentarse a algo superior y que está llamado a convertirse en el catalizador de algo poderoso; pero algo tiene que suceder para llegar o no a eso. A través de él se da la vuelta a una de las fórmulas más claras de este tipo de películas y que todo fanático del cine de terror conoce. 

Darle el giro al horror

Shaman tiene un montón de momentos que son parte de la lógica de este tipo de filmes. Están los extranjeros que se deben enfrentar a lo desconocido que de a poco los atormenta; aparece el acto deliberado de ignorar una advertencia que termina con la ruptura de una norma que pasa factura; están los sustos —los famosos jumpscares— y la preparación para enfrentarse a una fuerza que ha poseído al miembro de una familia. 

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Si se habla desde esa perspectiva, parecería que Shaman repite lo mismo de siempre, pero no es así. El hecho de utilizar elementos de la cosmovisión andina ecuatoriana ya entrega mucho más y hace una diferencia. Sin embargo, es más profunda, porque hay algo que queda al final, que tiene que ver con el horror, pero más con el ser humano.

“Se trata de un baile. De buscar formas de romper el ritmo de la película, para que te cambie la experiencia y pase algo que no esperabas”, confiesa Negret. Eso tiene que ver hasta con el uso de texturas: hay escenas en las que aparecen alacranes y cuyes que tienen mucho que ver con reconocer el lugar desde donde se cuenta la historia. Se trata de darle “un sabor muy ecuatoriano” a una película de terror, como dice Negret.

El giro final, no tanto de la historia, pero sí con relación al tema central de la película tiene que ver con una mirada crítica hacia el colonialismo. Porque a quienes les sucede esto es a un grupo de personas que, con las mejores intenciones del mundo, están en un sitio que consideraban complicado para crear una iglesia y acercar a unas personas a su fe. 

“Un tema importante de la película es hablar sobre el peligro de la certidumbre. Es decir, ¿qué pasa cuando tienes la certidumbre de que tu fe es la más fuerte, la mejor, la que todo el mundo debe seguir, pero te topas con algo más antiguo, más sabio y hasta más peligroso que tu propia fe? Pues te das cuenta de que la certidumbre no es posible en un mundo natural como el que vivimos y que cuando tratas de imponer tu fe a otras personas, a lo mejor te puede ir mal”, sintetiza el realizador.

Shaman abrió ayer, 22 de octubre de 2025, el Festival Internacional de Cine Friki en Quito y se podrá ver en salas comerciales desde fines de mes. (I)