Agatha Muñoz

Agatha Muñoz une la gastronomía con la poesía. Esta chef, impulsada por su curiosidad y por el amor a su país, crea una dualidad entre la tradición nacional y la perspectiva global. En su cocina, las recetas se leen en voz alta: versos, platos y memoria ecuatoriana. “La comida fue siempre un punto de unión en mi familia”, confiesa Muñoz a Harper’s BAZAAR Ecuador. De su padre heredó el amor a la mesa; de su madre, el arte. Entre sabores y creatividad encontró el balance para crear esa receta perfecta.

Estudió en el Basque Culinary Center, en San Sebastián (España), y se especializó en cocina de vanguardia. Cada año realizó pasantías que le permitieron viajar y sumergirse en otras culturas. En Tailandia descubrió que la mejor manera de conocer a la gente era a través de su gastronomía y ella hacía lo mismo, cocinaba fritada con un cintillo otavaleño, dejando su semilla en cada mesa.

Encontrar una pasión verdadera no siempre es fácil, pero Muñoz lo logró y decidió compartirlo. Cada nuevo sabor, cada ingrediente o cada tradición ha sido documentada. "La comida es un lenguaje: habla de territorio, historia, clima… Yo solo intento descifrar eso”.

Agatha Muñoz
Agatha Muñoz / Fotografía: Armando Prado

Con la fotografía entendió que cada plato se comunicaba. “Observo y escucho al ingrediente, el verso llega cuando el sabor está claro”, explica Muñoz, sobre cómo es su proceso creativo. Sus mejores poemas nacen cuando descubre conexiones capaces de transformarse en historias. Ahí encontró su nicho.

En su último año de universidad regresó a sus raíces para su tesis. La misma que consistía en escribir una serie de artículos, sobre tradiciones folclóricas, ingredientes autóctonos en desuso y recetas de autor. “Tenemos ingredientes que desaparecerán si no los usamos, como el mashua o el ishpingo”.

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Al acabar, decidió trasladar toda esa información, que cultivó con esmero, a las redes sociales. El impacto superó sus expectativas y ese respaldo le dio el impulso para abrir su propio newsletter. Hoy, comparte entre una y ocho recetas semanales: desde platos fáciles para hacer hasta segmentos de cenas temáticas. Su valor agregado son los consejos, que se aplican en el día a día. Estas suscripciones cuestan US$ 3,99 al mes o US$ 45 al año.

Muñoz tampoco quería limitarse al arte culinario, quería usar su lenguaje para conectar. La cocina no solo dialoga con quien come, también puede unirse con otras corrientes artísticas, desde la moda y la joyería hasta la escultura y la música.

“La moda y la gastronomía son parte de la vida diaria. Depende de ti si las conviertes en arte o en una forma de expresión”.

Agatha Muñoz
Estofado de lengua / Fotografía: Armando Prado

¿Cómo se traduce esta unión? En el caso de Muñoz, con dos outfits convertidos en inspiración culinaria: un plato fuerte y un postre. En el primer look, lleva su chaquetilla de chef, símbolo del respeto que se ha ganado, combinada con una falda larga y botas negras: un conjunto que para ella representa lo clásico. En los accesorios lleva un cintillo otavaleño, un cinturón de cuero ancho y unos anillos, que son esenciales.

Su plato inspirado en este outfit también parte de lo clásico: un estofado de lengua con base de cerveza negra, pasas y cebolla paiteña, acompañado de una crema batida de choclo y cintas de mashua negra encurtida. Pero, en sus manos, este plato dio un giro inesperado porque se convirtió en una propuesta elegante, ligera y visualmente impactante, pensada para reflejar la silueta y los colores del look.

Agatha Muñoz
Agatha Muñoz en entrevista con Bazaar / Fotografía: Armando Prado

En la segunda propuesta elaborada para este artículo, Muñoz presentó un plato más visual y con conexiones literales a lo que llevaba puesto. La blusa oscura se tradujo en una panna cotta de sésamo negro; mientras que, el abrigo tomó forma en un zumo frío de compota de manzana que cubre y unifica el postre.

En los accesorios, unos tacones naranjas que captan todas las miradas, se trasladaron al plato como naranjas quemadas que irrumpen con color y carácter. Y para cerrar, un delicado aceite de frambuesa dibuja pequeños círculos que imitan los acentos vibrantes de su top.

Agatha Muñoz
Panna cotta de sésamo negro / Fotografía: Armando Prado

Muñoz concluye que la comida tiene el poder de cambiar el mundo. Planea viajar, conocer y compartir su conocimiento. Sigue sus objetivos sin miedo y busca ser un referente de orgullo nacional, que cuando se hable de cocina ecuatoriana, piensen en ella como la chef que escribe poemas en cada plato. (I)