Cóndor descubrió la fotografía por accidente. Nació en Quito, pero se mudó a España en 2001, cuando tenía 14 años. Siempre sintió afinidad por el dibujo y la pintura, aunque no fue hasta los 32 que tomó por primera vez una cámara. Viajó a Polonia con su novia y se quedó por cinco meses. Para ocupar el tiempo libre llevó la cámara de su padre.
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Fue ahí donde comenzó todo. Cóndor experimentó con cada ajuste, aprendiendo de forma intuitiva a capturar lo que veía y le gustaba. Regresó de su viaje familiarizado con la herramienta. Devolvió la cámara a su dueño y empezó a jugar con las que le prestaban sus conocidos. Cuando surgió la oportunidad de otro viaje, esta vez a Bali, invirtió en su primera cámara profesional: una Canon 70D. “Le hacía fotos a todo”, relata con una sonrisa. Desde su pareja hasta personas en la calle, figuras y objetos, todos se convirtieron en “blancos” para su lente. 
      
            
Con esta experiencia, según su relato, renunció a su trabajo y vendió su carro para sostenerse económicamente, mientras se dedicaba por completo a la fotografía. Autodidacta por elección, Cóndor confiesa que no soporta los tutoriales o cursos en internet, por lo que todos sus conocimientos son empíricos, fruto de la prueba, el error y la práctica constante. “Siempre he sido más de mover los botones y ver qué pasa”. Por eso su estilo tiene algo de instintivo y orgánico, un equilibrio entre la técnica y la intuición.
Su obra se caracteriza por trabajar desnudos de manera elegante y minimalista, con un enfoque que resalta la fuerza, la fragilidad y la belleza del cuerpo humano sin recurrir a lo explícito. “La fotografía es una forma de dibujar con luz. Es todo para mí y espero que nunca se acabe”. La figura femenina ocupa un lugar central en su proyecto, por la fuerte influencia de su madre y las mujeres que lo rodean.
“Trato de sacar lo mejor de cada persona, me tomo mi tiempo con cada una”.
Aunque el blanco y el negro dominan gran parte de su trabajo, Cóndor asegura que “el color elige la foto, no él”. Sobre su proceso creativo, no tiene un método definido: lo guía la improvisación y la sensibilidad del momento. Cuando ya está en campo, las ideas fluyen en su cabeza. “No planeo demasiado. Dejo que la foto me hable”.
Su primer trabajo profesional fue para un joven que buscaba mejorar sus fotografías en redes sociales. A partir de ahí, comprendió que la cámara sería su forma de mirar y entender el mundo. “Cuando voy a museos o galerías, suelo preferir los bocetos de una sola línea o color. En la escuela me gustaban los dibujos a lápiz o bolígrafo. Siempre me atrajo la arquitectura y el minimalismo. Creo que mi estilo ya estaba en el subconsciente y simplemente fue saliendo”.  
      
            
Gracias a su pareja, quien le recomendó postular, fue seleccionado entre 500 participantes para representar a Ecuador en la Copa Mundial de Fotografía. El evento, creado en 2011 por la Federación de Fotógrafos Europeos (FEP) y la Asociación de Fotógrafos Profesionales de América (PPA), incluye talleres, clases magistrales y exposiciones. La competencia reúne a equipos nacionales que compiten en nueve categorías, evaluadas por un jurado internacional. Aunque no se ha confirmado todavía la fecha en la que se realizará el evento, Cóndor se encuentra emocionado de representar a su país.
“Cada día me emociono más de decir que soy ecuatoriano. Como personas, tenemos una calidez única”.
Entre 2021 y 2024, este soñador fue representado por Gallery Red, una de las galerías más reconocidas de Mallorca. Actualmente desarrolla su carrera de manera independiente, con presencia en exposiciones y en proyectos internacionales. Cóndor siente que vive la etapa más importante de su vida. “La fotografía me lo ha dado todo y lo mejor es que todavía siento que estoy empezando”. (I)