Hace más de tres años decidí entrar a terapia. Los objetivos eran varios: conocerme, sobrepasar un momento duro de mi vida, pero sobre todo encontrar herramientas para transitar por emociones y situaciones complicadas. En ese camino turbulento, por decirlo de alguna manera, nadie te advierte que la clave para mantenerse en el proceso no solo son las ganas personales, sino encontrar el tipo de terapia y el profesional que se adapten a ti, lo cual no es una tarea fácil. En mi caso, tuvieron que pasar tres años y cuatro profesionales para sentirme cómoda, estar de acuerdo con el tipo de enfoque de mi psicólogo y sentir que realmente estaba progresando.

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En esa búsqueda, empecé a escuchar con más frecuencia sobre terapias energéticas como: reiki, barras de access o gemoterapia. Palabras que hace unos años sonaban extrañas para algunos, pero hoy aparecen en conversaciones cotidianas, estudios de yoga y hasta en centros médicos alternativos. Según datos del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), entre enero y septiembre de 2024 se realizaron alrededor de 216.000 atenciones en salud mental, con un 26 % de diagnósticos de ansiedad. A nivel mundial, la depresión afecta a cerca de 280 millones de personas, convirtiéndose en uno de los trastornos mentales más comunes en adultos, de acuerdo con el Ministerio de Salud Pública de Ecuador. Es decir, un porcentaje representativo de la población está en búsqueda de sanar a través de procesos terapéuticos.

Actualmente, además de los 13.000 psicólogos y más de 400 psiquiatras certificados, el país reconoce desde 2017 a los métodos alternativos como: medicina andina, naturopatía, biomagnetismo, reflexología y otras. La Organización Mundial de la Salud también incluyó en 2014 prácticas –como el reiki y la acupuntura– dentro de su estrategia de medicina tradicional. ¿Es posible encontrar en estas alternativas un salvavidas?

María Augusta Cevallos me recibió en su centro al norte de Quito. Tiene 40 años, formación en medicina y practica reiki desde hace ocho años. Una técnica milenaria japonesa que proviene de las palabras rei, que significa “universal” y ki, que es “energía vital”. Su funcionamiento consiste en que un practicante, maestro o sanador canalice la energía universal a través de sus manos para luego colocarla en los centros energéticos del cuerpo —conocidos como chakras en el hinduismo— y restablecer el equilibrio. Los precios en Quito están en un rango de US$20 hasta los US$ 80, dependiendo del profesional.

Terapia de reiki
Terapia de reiki. FREEPIK

Su práctica es distinta. Antes de iniciar, hace un recorrido sobre tu vida, desde enfermedades en la familia hasta los problemas que te pueden estar afectando. Luego, me invitó a acostarme en una camilla, me pidió que quitara todo metal o moneda que llevara conmigo y puso en mis manos un aceite floral. “La clave está en la respiración”, me repetía, para entrar en sintonía con lo que íbamos a realizar.

“Los chakras comandan las emociones. Cuando se desalinean, esto se manifiesta en malestares emocionales o físicos”. 

A pesar de que siempre es complicado para mí entrar en este estado de quietud mental, los sonidos de fondo, la voz de María Augusta guiándome, el calor de la manta que me cubría y el entorno del centro, ayudaron a que mi cuerpo empiece a relajarse. No hubo palabras durante los primeros minutos, solo una especie de calor: en mi cabeza, en mis pies, en mis manos. Veía un color celeste intenso cuando lograba concentrarme y dejar de pensar en las actividades que me esperaban después. Luego, Cevallos explicó que cada chakra se asocia a un color y ese era el de la garganta. 

“Algo no estás diciendo o tienes miedo de decir lo que piensas”.

No sabría decir si la energía fluyó o fue el silencio lo que hizo efecto, pero salí con una sensación de ligereza difícil de describir. Pudo ser serenidad (no sabría con certeza). Ella señala que, aunque se puede sentir calma después de una sesión, para generar cambios es necesario más de un encuentro. Así, en cada ocasión, se trabajan dolores o situaciones específicas relacionadas con los chakras. Todo depende del paciente y su disposición. Cevallos comenta que tiene visitas esporádicas, mensuales o incluso personas que llegan cada inicio de semana para “empezar balanceados”.

Terapia de reiki
Terapia de reiki. FREEPIK

Días más tarde probé algo que también maneja energía: las barras de access, una práctica más reciente, creada en la década de los noventa como parte del sistema de herramientas denominado Access Consciousness. Esta promete liberar pensamientos limitantes –a través del toque en 32 puntos de la cabeza– y ayudar con problemas como la ansiedad o el sobrepensamiento. En Latinoamérica la técnica se hizo famosa luego de que celebridades mexicanas, como Karime Pindter en La Casa de los Famosos, explicara cómo funciona.

“Cada punto está relacionado con un área de tu vida: dinero, control, creatividad, relaciones”, señala Rebeca Endara, arquitecta y facilitadora certificada de 29 años, que lleva más de dos años ofreciendo sesiones en la Capital. Aprendió esta herramienta cuando buscaba alternativas para un problema en su corazón. “Llegó un punto en el que ya no podía salir sola porque podía desmayarme. Empecé a intentar algunas terapias holísticas, pero lo que me hizo quedarme con las barras fue que es el único espacio que siento que me empodera y cambió mi energía”. En Quito, puedes encontrar sesiones con un precio entre US$ 35 y US$ 60.

“En una sesión se libera carga electromagnética en tu cerebro, barriendo espacio para tener más gozo y claridad en tu vida. No puedo asegurar que sanen algo porque eso es una elección propia”. 

Conversamos durante 40 minutos antes de iniciar. Me llevó a su consultorio, donde nuevamente me acosté y cerré los ojos. Ella, sentada detrás de mi cabeza, empezó a tocar ligeramente, con ambas manos, distintas partes de mi cráneo. No decíamos nada. Fue a los 10 minutos aproximadamente, cuando puso sus manos en mi frente, que sentí una pequeña vibración, como una onda lineal a la altura de mis ojos. Mi cuerpo en todo momento se sintió ligero, gracias al “reseteo” que –como manifiesta Rebeca– ocurre cuando se practican las barras. Incluso me olvidé algunas palabras mientras conversábamos al terminar la sesión. Ella se reía y decía que era más normal de lo que parece.

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Ambas profesionales concuerdan en que estas prácticas no buscan sustituir la terapia psicológica, sino servir como herramientas de regulación emocional y relajación. También, acompañan procesos terapéuticos. Estas experiencias, aunque distintas entre sí, recuerdan al usuario que el bienestar tiene muchas formas y caminos.

Si en 2023 la primera Encuesta Distrital de Salud Mental de Quito señalaba que uno de cada cuatro habitantes enfrentaba desafíos en este ámbito, encontrar lo que resuena contigo se vuelve una búsqueda muy valiosa. Lo importante es hacerlo con información y conciencia, tomando lo mejor de cada alternativa y escuchando siempre al cuerpo. (I)