Cinco vasos de ron y una botella de agua. Unos audífonos para escuchar a nuestro guía y frutos secos para acompañar. Personalmente, no sabía que este licor podía tener otras notas que no sean opacadas por su fuerza, pero gracias a Raúl Suncar, nuestro ronmelier, pude reconocer matices picantes, dulces e incluso olores que hacían que cada vaso sea distinto. Mientras intentaba seguir descifrando cada presentación, él relataba la rica historia del ron dominicano. 

Este país caribeño, de 48.442 km² y reconocido por sus playas turquesas y experiencias de lujo, es uno de los mayores productores de esta bebida. Su tradición combina prácticas ancestrales, materia prima de calidad y un añejamiento riguroso.  Sus inicios datan a la época colonial, cuando los españoles introdujeron la caña de azúcar en la isla. Hoy, tienen tres marcas internacionales conocidas como las “3B”: Bermúdez, Brugal y Barceló.

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Más allá de lo que podría pensarse, esta cata no fue en la mítica ciudad de Santo Domingo –capital de República Dominicana y primer asentamiento europeo en América– sino en Bogotá, Colombia, donde conocí más sobre este país. La cita formó parte de una gira a lo largo de Latinoamérica y, a pesar de estar a más de 1.500 kilómetros de distancia, el calor y las sonrisas de los dominicanos que nos acogieron, para probar su gastronomía y su cultura, hizo que me sintiera cerca de este nación insular. Un destino que está atrayendo cada vez a más ecuatorianos. 

Cortesía Ministerio de Turismo de República Dominicana
Cortesía Ministerio de Turismo de República Dominicana

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Aunque Estados Unidos sigue siendo el emisor principal de turistas para Dominicana –apodo que utilizan los nativos para su país–, su Ministerio de Turismo registra un incremento de visitantes de la región. Entre ellos, Ecuador ocupa el octavo lugar dentro de los emisores de América Latina. El año pasado se registraron 64.000 visitas de ecuatorianos y de enero a octubre de 2025, la cifra superó las 58.845 visitas. “Realmente estamos muy contentos con lo que está pasando con Ecuador. Antes de la pandemia (2018 y 2019) llegaban 5.000 turistas. El próximo año queremos llegar a una cifra récord de 80.000 visitantes. Para nosotros la conectividad con la región es vital porque compartimos el mismo idioma y tenemos culturas muy parecidas”, explicó David Collado Morales, cabeza de esta entidad. 

De acuerdo con sus estudios, el visitante ecuatoriano promedio reside en Guayaquil y Pichincha, es de sexo femenino y su rango de edad está entre los 21 y 35 años. Utiliza vuelos directos –en especial a Punta Cana– y busca hoteles tipo resort. El 46 % conoce sobre este país gracias a la recomendación de familiares y amigos, seguido del internet y de las redes sociales.

Cortesía Ministerio de Turismo de República Dominicana
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El destino se ha vuelto de fácil acceso para Ecuador gracias a vuelos directos de, aproximadamente, cuatro horas con aerolíneas como Arajet. Su clima cálido, durante todo el año, y sus propuestas de viajes también han contribuido con esa diversificación. Para quienes buscan descanso y alternativas “all in” en playas cristalinas de arena blanca, lugares como Punta Cana, Samaná o Puerto Plata son ideales. Allí, además de hoteles internacionales de lujo —de cadenas como Marriott, Hyatt, Hilton o Wyndham— se pueden realizar actividades acuáticas, excursiones a islas cercanas o visitas a parques naturales.

Los días comienzan temprano en la playa y suelen terminan con música en vivo o shows en los resorts, donde abundan las risas y la oportunidad de conocer a otros viajeros. A esto se suma la nueva oferta deportiva. La nación cuenta con más de 30 campos de golf repartidos por todo el territorio, diseñados por figuras reconocidos en el deporte y con vistas espectaculares al mar. Además de contar con otras opciones como: el tenis, el pádel o el polo. 

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En cambio, si el plan es adentrarse a la cultura del destino caribeño, la capital –reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco– es el mejor lugar. Santo Domingo cuenta con un casco histórico vibrante, galerías, museos, cafés y opciones gastronómicas que invitan a recorrerla a pie –en walking tours– para conocer sobre su historia. Aquí está el Museo del Ron Sugar Cane, quienes fueron los anfitriones de nuestra cata.

Cortesía Ministerio de Turismo de República Dominicana
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Asimismo, hay experiencias inmersivas como la Cueva del Edén, un proyecto ecoturístico que explora tradiciones, sabores y conocimientos como la elaboración del casabe: un pan plano, crujiente, hecho de harina de yuca y queso sin levadura. Entre risas y anécdotas Jenny Rosa, copropietaria del lugar, explica cómo se realiza este alimento emblemático del país.

Si el objetivo es recorrer playas vírgenes, con montañas imponentes, Miches debe estar en la lista. Este municipio está a una hora y media desde el aeropuerto de Punta Cana y forma parte de la zona sur de la Bahía Samaná, que no tiene sargazo (acumulación de microalgas que flotan en la superficie). Aquí, la oferta hotelera incluye nombres como: Viva Miches by Wyndham, Marriott Miches, Hilton Worldwide, Hyatt Inclusive Collection y Four Seasons, que tiene un proyecto en construcción.

“Nosotros no salimos al mundo a vender un país, queremos promover una experiencia. Nuestro objetivo es convertirnos en expertos en hospitalidad”, comentó Collado. 

Es esa hospitalidad —cálida, constante y natural— la que convierte a República Dominicana en un destino donde cada visitante marca su propio ritmo. Un lugar que se descubre a sorbos como si fuera un ron: despacio, con curiosidad y sin prisa. (I)