Tocas es la carta de presentación de Martina Troya al mundo de la moda. Tras terminar sus estudios en el Instituto Marangoni Firenze, esta colección fusiona su identidad, su paso por Italia y su amor por la alta costura. Con 22 años, esta ecuatoriana convirtió su “senior college collection” en un desafío creativo y personal, que transforma un material simbólico de Ecuador en piezas que transpiran identidad. Son funcionales, y tiene tanto piezas haute couture como ready to wear.
La “carludovica palmata”, comúnmente conocida como paja toquilla, es un tubérculo cultivado en zonas montañosas de Manabí, Esmeraldas, Guayas y Morona Santiago. Según el Instituto Nacional del Patrimonio Cultural, sus inicios se remontan a las culturas precolombinas, donde varios pueblos originarios del litoral ecuatoriano confeccionaban accesorios para protegerse del clima.
A pesar de que el estrellato se lo llevaron los sombreros, esta fibra ha sido trabajada en el país para generar diversos artículos como: bolsos, muñecas, aretes y calados para implementar en vestidos. Sin embargo, no existía una aplicación en la alta costura, por lo que fue la elección de Troya como una parte crucial de su colección. El nombre de la misma proviene del diminutivo “tocas”, que se refiere a los adornos tejidos que se colocan en la cabeza.
Esta diseñadora, primero, realizó pruebas con un recurso parecido que viene de la palma de rafia. “Es mucho más grueso, rígido y por ende más fácil de tejer y manipularlo. Esto me dio esperanza de que sí puedo crear mucho más de lo que pienso con la paja toquilla”, señaló Troya a Harper’s BAZAAR Ecuador.
La línea presenta seis looks, entre vestidos, jumpers, abrigos y faldas. Troya construyó un tributo al patrimonio ecuatoriano a través del diseño. El instituto que presentó el proyecto en Florencia, explicó que el tejido –que carga un gran bagaje histórico– toma una nueva forma en siluetas elegantes y poéticas.
La innovación transforma todo el trabajo creativo: tipo de tejidos, tintes, formas y confección. Tomó decisiones audaces como utilizar la técnica de crochet para realizar flores de 3 cm, 4 cm y 5 cm, que representan a la naturaleza, como un eje transversal del proyecto. Otro reto fue adquirir la fibra ancestral y encontrar aliados dispuestos a trabajar con la misma.
“Nunca pensé que iba a recibir tantas negativas”. Después de hablar con más de cinco empresas, encontró en Dorfzaun Hats de Cuenca, el aliado ideal. Ellos se encargaron de la confección de un sombrero gigante que luego se transformaría en falda y los flecos negros de una de las piezas. Su otra alianza marcó el proyecto y a la diseñadora: 10 mujeres de la Asociación de Toquilleras de Cuenca.
“Hablaba con ellas a través de Facetime, de llamadas, de fotos y de correos. Nos salíamos de todo lo tradicional porque nunca se había tejido en crochet con este material”. Troya confiesa que este proceso colaborativo resignificó el trabajo que estaba realizando.
“Para una colección se necesita más que un diseñador, es todo un equipo detrás”.
Con siete horas de diferencia, la prueba y error para que las flores sean aptas para la confección generó una relación cálida con las tejedoras. “Estaban nerviosas, me decían: ‘señorita, nunca hemos hecho esto’. Yo les decía que confiaba en ellas y que debían confiar en sí mismas”.
Más de 3.000 flores llegaron a las manos de la diseñadora en Europa. Las toquilleras las confeccionaron durante tres meses, para luego embarcarlas en un viaje de dos días a Quito y cinco a Italia. Luego de esto –ya en la capital de la región de Toscana– Troya cosía a mano cada una, moldeando en el patrón y luego en el maniquí. En otro caso, tuvo que teñir las flores, dos outfits de la colección tienen este detalle. “Cada panel de la pieza tiene 150 flores y me demoré aproximadamente una semana en coser".
Bajo una perspectiva de sustentabilidad, también utilizó telas como el lino y la seda para “demostrar que la paja toquilla se puede combinar con otros textiles naturales para un uso más coloquial”. Esto generó un balance entre elegancia moderna y orgullo cultural.
Las piezas no solo asombraron a los directores del instituto y a la propia diseñadora, sino a las tejedoras. “Se dieron cuenta del talento que tienen”. Para Troya, el mensaje de Tocas es que la artesanía tiene un gran potencial en la alta costura y en la moda internacional. (I)