Giorgio Armani fue un revolucionario silencioso, pero poderoso. Este año celebró el 50º aniversario de una marca cuya estética transformó la alfombra roja a lo largo de las décadas, pasando del frou-frou vulgar de los años 80 a la impecable elegancia de los ganadores del Oscar actuales, a quienes ha vestido más que cualquier otro diseñador. La noticia de su fallecimiento el pasado 4 de septiembre, a los 91 años, representa una gran pérdida no solo para la industria de la moda, sino también para quienes tuvieron la fortuna de ser vestidos con sus exquisitas creaciones durante su carrera.
Su dominio en la lista A de Hollywood surgió por casualidad, cuando lo que él llamó “el nuevo Hollywood” de finales de los años 70 —actores como Richard Gere y Diane Keaton— se acercó a él. Para cuando Keaton lució una chaqueta de Armani al recibir su Oscar a la Mejor Actriz por “Annie Hall” en 1978, y Gere cautivó con sus blazers sin estructura en “American Gigolo” en 1980, el dominio del diseñador italiano sobre Tinseltown ya había comenzado.
Cuando Jodie Foster lució una chaqueta larga de un solo botón color crema y pantalones sueltos a juego con brillo, para recoger su estatuilla por “El silencio de los inocentes” en 1992, él dijo que fue “definitivamente un punto de inflexión”. Su dominio en la ceremonia de ese año fue tan completo que Women’s Wear Daily rebautizó los Premios de la Academia como los Armani Awards. “Todo sucedió de manera muy natural”, recordó Armani. “Luego trabajé para asegurar que esta conexión continuara". Desde ese momento, ¿qué actriz seria consideraría enfrentar los flashes con algo que no fuera Armani?
El lanzamiento hace 20 años de Giorgio Armani Privé, la línea a medida del diseñador, fue el siguiente paso lógico. “Sentí la necesidad de un nuevo medio de expresión. La alta costura me permite explorar un lado diferente de mi estilo", explicó. Simultáneamente, “un sueño y un servicio”, la visión de la costura de Armani, no es una desviación radical de la estética que guió al italiano, la cual describió como: “limpia, elevada y atemporal”. Eso sigue siendo cierto, ya sea que estés comprando un candelabro Armani, una joya fina o un lápiz labial.
Pero lo que Privé sí le permitió fue liberar su imaginación. En sus colecciones de alta costura, dijo: “todo es precioso, incluso lo que podría no parecerlo”. Cada puntada se realiza a mano en sus talleres, conectándolo con los grandes modistos del pasado y “preservando conocimientos antiguos”.
Esto no aplica únicamente a los nombres de renombre que posan para los paparazzi. Armani insiste en que sus diseños Privé no son “prendas hechas solo para fotos bonitas o para la pasarela, sino que son creaciones para clientes reales”. Esos clientes, reconoció, tienen “sin duda vidas privilegiadas”, pero se mantiene convencido de que “la alta costura tiene un rol: uno de nicho, pero muy sólido”.
Así, ya sea vistiendo a una estrella para el Festival de Cannes o a una clienta privada para una ocasión especial, “la emoción es la misma”. Para empezar, buscó “un tipo específico de mujer para vestir. Y, de algún modo, esa mujer ya me estaba buscando —figurativamente hablando—, así que fue un emparejamiento maravilloso”.
Esa clienta, creía él, buscaba prendas que transmitieran “una idea de fuerza, libertad y elegancia sin esfuerzo”. Otros diseñadores atan a sus modelos de pasarela —y a las actrices contratadas— en corsetería imposible, explosiones de tul o capas de pesado terciopelo, mientras que una pieza de Armani Privé nunca debería “sentirse como un disfraz. No oculta ni restringe. Ofrezco a todos, tanto actrices como mujeres comunes, la oportunidad de ser ellas mismas, solo que en una versión más depurada y elegante”.
Aunque afirmó que la visión detrás de sus colecciones Privé se había vuelto “más refinada”, ni su estilo ni las exigencias de sus clientas de alta costura habían cambiado con los años. “Desde el principio supe lo que quería: encontrar un equilibrio entre fantasía y realidad”.
En cuanto a las clientas, las creaciones a medida “ya no son únicamente para la aristocracia”, sino para mujeres que asisten a “ocasiones que requieren una forma única de vestir”. Los elementos constantes de sus pasarelas parisinas de Privé se mantenían temporada tras temporada: “las impecables chaquetas de día y los vestidos bordados son quizás los estilos que permanecen más vívidamente en la imaginación colectiva”.
Para la noche, dijo: “me encantan los colores oscuros, negro o azul medianoche, pero también me gusta un brillo metálico que ilumine las prendas”. En cuanto a atraer la mirada: “encuentro especialmente cautivador el bordado y todo lo que capture y refleje la luz”. Para el día, en cambio, se inclinaba por “tonos neutros, quizás salpicados de acentos de color inesperados”.
Sus clientas privadas siguieron siendo un secreto celosamente guardado y el diseñador evitó revelar quiénes de su enorme lista de celebridades destacaban, pero luego admitió, de manera fabulosa: “tengo una relación maravillosa con Sophia Loren". De hecho, vistió a la leyenda de Cinecittà para su celebración de 90 años, el otoño pasado, con una chaqueta blanca incrustada de cristales.
También, compartió una “amistad sincera” con Cate Blanchett, quien estuvo en primera fila en muchos de sus desfiles de Privé. “Es una mujer moderna y siempre tiene una elegancia única porque es auténtica y natural. Me gusta por su personalidad e independencia, características que definen mi ideal de feminidad".
La tercera del ilustre trío de clientas de Privé que mencionó fue Nicole Kidman, a quien admiraba por su talento y belleza, pero aún más porque “hay en ella una naturalidad y frescura que la hacen brillar sin necesidad de sobreactuar con la ropa”.
En su mejor versión, el vestido de alta costura “refleja el carácter especial de la mujer que lo lleva”. Quizás esa sea la verdadera marca de Armani Privé: el hecho de que, lejos de añadir adornos que distraigan, los diseños proporcionan un marco impecable que permite que sea la propia mujer quien brille.
La exposición Giorgio Armani Privé 2005–2025 estará en Armani Silos, Milán hasta el 28 de diciembre.
Este artículo salió originalmente en Harper's BAZAAR Reino Unido.