Reposo

Dormir ocho horas ya no es la realidad de un buen descanso

Quizás piensas que duermes el tiempo suficiente, pero el agotamiento no desaparece. Un descanso adecuado influye directamente en tu energía, claridad y bienestar.

Por Camila Miranda Mieles

Vivimos en un mundo donde el cansancio dejó de ser un síntoma para convertirse en un estado permanente. “Estoy agotada” se dice con la misma naturalidad con la que se pide un café o se responde un mensaje. No depende de la edad, del estilo de vida o de la carga laboral. La sensación está en todas partes, nadie la cuestiona y nadie se sorprende. Lo aceptamos como parte del ritmo de vida actual, como si la fatiga fuera una consecuencia inevitable de existir. 

Y en medio de esa normalización, aprendimos a convencernos de que descansar es simplemente dormir más, cancelar planes o quedarnos en cama mientras hacemos scroll sin pensar en Instagram o TikTok.

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La médica internista Saundra Dalton-Smith, autora de Descanso sagrado: recupera tu vida, renueva tu energía, restaura tu cordura, señala que la razón no es tan evidente como pensamos. “Dormir no es descansar. Dormir es necesario, pero no suficiente para reparar un cuerpo y una mente expuestos a estímulos constantes, a multitareas emocionales y a una cultura que normaliza la hiperproductividad”, afirma.

“Muchos pacientes que describen estar cansados no necesitan dormir más; necesitan el tipo correcto de descanso”. La clave es la precisión, no la cantidad.

La psiquiatra Anna Lembke coincide con eso en su libro La nación de la dopamina: encontrar el equilibrio en la era de la indulgencia. Según Lembke, vivimos en una “era de sobreestimulación, donde actividades que entendemos como descanso —como ver series durante horas o estar en redes sociales— en realidad activan el circuito de recompensa del cerebro, aumentan la dopamina de forma repetitiva y generan un agotamiento lento que se confunde con relajación”.

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La especialista explica que actividades como el binge-watching, redes sociales o videojuegos generan pequeños picos de dopamina que el cerebro confunde con alivio: “El celular es la aguja hipodérmica de la era moderna, suministrando dopamina digital las 24 horas del día, los siete días de la semana, para una generación conectada”, señala. La respuesta es inmediata, pero la caída posterior produce más cansancio, irritabilidad o sensación de vacío.

Este ciclo de sentir placer rápido y luego tener una caída profunda, dificulta acceder a descansos más lentos, profundos y restaurativos. Es más fácil seguir deslizando.

Lejos de la narrativa romántica del autocuidado, hay que reconocer que el descanso no es ocio ni debilidad, sino salud, regulación y estrategia. Identificar tu tipo de agotamiento es el primer paso para aplicar el tipo de descanso adecuado, y así recuperar claridad, energía y presencia.

¿Cuáles son los tipos de descanso? Una guía para entender qué te está drenando realmente

A partir de años de investigación y práctica clínica, Dalton-Smith propone que el cansancio no es una categoría única, sino un déficit en alguna de las siete diferentes formas de descanso. Identificarlas permite comprender por qué muchas personas aseguran dormir bien —entre 8 a 10 horas—, pero siguen sintiéndose exhaustas.

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A continuación, conoce los tipos de descanso, cómo identificarlos y sugerencias para tratar cada déficit.

Descanso físico

Se trata tanto del descanso pasivo —dormir, acostarse, cerrar los ojos— como del activo —estiramientos, respiración profunda, relajación muscular—. Puedes reconocer este déficit con dolores musculares sin causa clara, tensión acumulada o baja energía física. Para poder descansar físicamente de la manera correcta se recomienda hacer pausas breves durante el día, estiramientos suaves, prácticas restaurativas como yoga o respiración diafragmática.

Descanso mental

Es la capacidad de darle un respiro a la mente, frenar la rumiación —proceso de pensamiento repetitivo y contraproducente donde una persona se enfoca excesivamente en pensamientos negativos, problemas o malestar emocional sin llegar a una solución— y la sobrecarga cognitiva. Las señales de agotamiento pueden ser olvidar cosas básicas, dificultad para concentrarse, sentir que tienes “demasiadas pestañas abiertas en la cabeza”. ¿Qué hacer? Micropausas de 5 minutos, journaling nocturno y establecer momentos del día sin pantallas.

Descanso sensorial

Al vivir rodeados de pantallas, luces, ruido constante y notificaciones, los sentidos también se saturan. Se manifiesta con irritabilidad, dolor de cabeza o fatiga ocular. En este caso, considera bajar la intensidad de luces por la noche, limitar notificaciones, caminar sin audífonos y darte espacios sin pantallas antes de dormir.

Descanso creativo

La mente creativa se vacía cuando no tiene estímulos de belleza, naturaleza o arte. Las señales del déficit pueden ser apatía, bloqueo, dificultad para resolver problemas o generar ideas nuevas. Ayuda tener exposición a arte o música, naturaleza y cambios de ambiente.

Descanso emocional

Tiene que ver con bajar la máscara, decir la verdad y dejar de sostener emocionalmente al entorno. Los síntomas son agotamiento después de interacciones, sensación de falsedad o la necesidad constante de complacer. Para éste déficit se recomienda tener conversaciones honestas, establecer límites y reservar espacios para expresar emociones sin censura.

Descanso social

No todas las interacciones sociales nos nutren; algunas nos drenan profundamente. Lo podemos reconocer con saturación social, sensación de soledad aun estando en compañía o irritación ante pequeñas demandas. Se sugiere priorizar relaciones que energizan, reducir la hiperdisponibilidad, equilibrar tiempo acompañado vs. el tiempo a solas.

Descanso espiritual

No es necesariamente religioso. Es un sentido de propósito, conexión, pertenencia. El déficit se muestra con una sensación de vacío, pérdida de motivación o desconexión con lo que da sentido. Se puede acudir a la meditación, prácticas contemplativas, voluntariado, rituales personales y buscar conexión con valores profundos. (I)