Novias

Nunca son demasiados vestidos: las novias modernas quieren un “guardarropa nupcial” completo

Las novias actuales apuestan por cuatro o cinco looks distintos (o más), explica Jenny Packham, la diseñadora de la realeza.

Por Sarah Karmali

Rafaela Pröll —

Sofia Richie lució un trío de diseños de Chanel Couture; Hailee Steinfeld llevó tres creaciones a la medida de Tamara Ralph; Millie Bobby Brown eligió looks de cuatro firmas de lujo distintas; y Priyanka Chopra apostó por un impresionante ajuar que combinó vestimenta tradicional india con románticos vestidos occidentales. Sin importar el gusto, la locación o el presupuesto, hay un elemento de las bodas modernas que parece innegociable: habrá más de un vestido de novia.

Cambiarse entre la ceremonia y la recepción no es nada nuevo, por supuesto, pero el deseo de contar con múltiples looks nupciales —para cenas previas, ceremonias civiles, after-parties y brunches del día siguiente— es cada vez más común. La diseñadora británica Jenny Packham, reconocida por su eveningwear avalado por la realeza y sus colecciones de novia contemporáneas, asegura que con frecuencia es contactada por personas recién comprometidas que buscan adquirir más de un vestido.

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“Hoy, la novia vive su boda como una celebración compuesta por múltiples momentos, y el estilo juega un papel protagónico en cada uno de ellos. Vemos con regularidad a novias que eligen un vestido para la ceremonia, algo más lúdico o audaz para el after-party y, muchas veces, un tercer look para la cena de ensayo o una ceremonia civil”, explica Packham.

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En lugar de pensar en piezas únicas e independientes, Packham se encuentra cada vez más concibiendo un “guardarropa nupcial”, compuesto por prendas que dialogan entre sí y con el estilo personal de la novia, al tiempo que capturan el espíritu de cada ocasión, locación o momento específico. “Diseño para todo el recorrido de la boda”, afirma. “Las novias acuden a nosotros para celebraciones de compromiso, soirées previas a la boda, cenas de ensayo, after-parties y, cada vez más, brunches del día siguiente. Estos momentos piden looks relajados pero elevados: un glamour discreto que aun así impone presencia”, dice Packham. Después de todo, incluso sin velo ni ramo, la novia quiere sentirse como una novia.

También está creciendo el número de parejas felices que optan por ceremonias civiles íntimas, seguidas de una celebración más grande —a menudo en el extranjero—, algo que recientemente ejemplificó Charli XCX y que, según Packham, está influyendo en su oferta nupcial actual. La cantante de brat eligió un mini juguetón de Vivienne Westwood para sus votos en el ayuntamiento de Londres, seguido de un diseño etéreo de Danielle Frankel para las celebraciones más amplias en Sicilia.

“La novia moderna está reescribiendo las reglas, y eso me resulta liberador”, dice Packham, quien diseñó el vestido de novia de la cantante y actriz Hilary Duff. “En lugar de crear un solo vestido que funcione en todos los escenarios, diseñamos colecciones distintas para cada momento, ya sea una elegancia de cóctel sobria para una ceremonia civil o un glamour de alto voltaje para una fiesta bajo las estrellas”, asegura.

“Hemos trabajado con clientas que han encargado cuatro e incluso cinco looks distintos a lo largo de sus celebraciones. Es algo que desde hace tiempo se adopta en otras culturas, y ahora vemos cómo novias de Londres y París hasta Nueva York y Los Ángeles abrazan este enfoque, concibiendo su boda como una serie cuidadosamente curada de momentos de moda”, afirma Packman.

Para aquellas novias que no desean un cambio completamente nuevo para la recepción, los vestidos con elementos transformables —como mangas desmontables o una capa a juego que puede añadirse— también están ganando cada vez más popularidad. Packham lo describe como “alta costura con sentido de coreografía”.

“A todo el mundo le gusta un momento sorpresa. El diseño transformable permite que la novia evolucione su look sin salir de la fantasía. Cada vez se sienten más atraídas por esa versatilidad”, afirma la diseñadora.

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A medida que las tendencias nupciales han cambiado de forma radical en la última década —con carpas tradicionales en jardines sustituidas por locaciones inesperadas y recepciones prefabricadas reemplazadas por celebraciones más significativas—, la moda nupcial también ha evolucionado. La novia actual busca algo único, que sea un reflejo auténtico de su estilo personal: múltiples looks que resulten contemporáneos y, al mismo tiempo, atemporales.

“Hay un deseo renovado por un glamour sobrio pero inconfundible”, explica Packham, quien ha vestido a figuras como Angelina Jolie, Kate Winslet, Taylor Swift y Catherine, la Princesa de Gales. “Las novias se inclinan por vestidos columna de líneas limpias, confeccionados en crepé fluido y delicadamente ornamentados con trazos de cristales o suaves acentos de perlas: refinados, sensuales y silenciosamente poderosos”, dice.

¿Otras claves del momento? Capas y chaquetas sastre con carácter, que aportan una sensación de “drama moderno”, mientras que el “bordado celestial” vive su propio auge. En cuanto a las siluetas, las novias apuestan por diseños eternos —pero siempre con un giro contemporáneo.

Para después del anochecer, todo gira en torno al disfrute. “Más allá de la ceremonia, existe un apetito creciente por vestidos de cóctel de corte impecable y looks de after-party de alto impacto: piezas que brillan bajo la luz nocturna y desbordan personalidad”, afirma Packham. “Piensa en metálicos líquidos, lentejuelas de alto brillo y detalles escultóricos que cobran vida en la pista de baile; diseños pensados para moverse. El vestido del after-party es pura actitud y energía de alto voltaje. Para la novia moderna, realmente no hay límites”, concluye. (I)

Rafaela Pröll

Este artículo salió originalmente en Harper's BAZAAR Reino Unido.