Ella se recuerda como una fanática de la moda desde siempre, con un ojo crítico para combinar colores y un gusto innato por vestirse bien. Lo que no imaginaba era que ese amor se convertiría en arte. “Desde niña siempre estaba transformando cosas: pintaba chaquetas, cortaba prendas, les cambiaba algo… necesitaba crear con mis manos”, confiesa Belén Sánchez.
La diseñadora, originaria de Quito, está cautivando las miradas globales y lleva el legado ecuatoriano de la flora a una nueva expresión: la joyería.
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Al hacerlo, Sánchez deja claro que el arte puede manifestarse de muchas formas y esa necesidad de transformar materiales y darles nueva vida es un talento que no se aprende, simplemente se lo trae en una misma.
Sánchez estudió leyes y ejerció como abogada durante muchos años. Pero no fue hasta la pandemia cuando, por fin, tuvo el tiempo para volver a mirar su lado más creativo. Empezó a crear joyas usando la técnica del alambrismo, que consiste en tejer o enredar alambre de cobre en distintos calibres hasta darle forma”. Al principio fue un hobby y ella misma las usaba.
Pronto empezaron a preguntarle dónde compraba esas piezas y al enterarse que eran hechas por ella, querían saber cómo conseguirlas.
Pasó la pandemia y, aunque le había dado más tiempo para su proyecto, este volvió a quedarse atrás cuando regresó a la rutina de su trabajo. La joyería estaba en pausa, pero algo en ella seguía buscando ese espacio creativo.
El diseño gana finalmente
No fue hasta el año pasado, durante un viaje a Asia con su hija, cuando tuvo un verdadero despertar. “Para qué trabajas tanto, tienes que disfrutar la vida”, se dijo Sánchez. Dejó a un lado su profesión de abogada y se lanzó 100 % a los accesorios.
Después viajó a Nueva York para la boda de su hermana y llevó algunas de sus primeras piezas. Las usó durante el evento y, de inmediato, captaron miradas y comentarios. La respuesta fue tan entusiasta que vendió todo lo que había llevado, una señal clara de que tenía potencial. Ese momento fue decisivo.
Sánchez entendió que no solo estaba creando belleza, sino algo que conectaba profundamente con las personas. A partir de entonces, empezó a investigar más a fondo, convencida de que eso era lo suyo.
Siendo un paso tan grande y drástico, sabía que necesitaba un diferenciador que vino con las flores naturales.
Generalmente trabaja con margaritas, orquídeas, ranúnculos y rosas, que pasan por distintos procesos de secado antes de ser cubiertas con resina transparente para conservar su belleza. Estos procesos son tan largos que pueden tardar hasta dos semanas. Dependiendo del diseño, algunas piezas incorporan técnicas de crochet realizadas con alambre, así como perlas tejidas a mano, ampliando la complejidad y el carácter artesanal de cada creación.
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“Al principio eché a perder muchas flores, hasta que encontré el punto”, añade Sánchez. Con práctica y combinando las dos técnicas, ha creado piezas únicas, llenas de historia y profundamente conectadas con la esencia de Ecuador.
De esa manera participó en distintas ferias en Quito, donde comenzó a generar mercado y a construir una audiencia propia. Sánchez cuenta que un día vio una convocatoria para diseñadores con propuestas innovadoras para participar en la semana de la moda de Nueva York. Buscaban algo verdaderamente novedoso y ella sabía que lo tenía.
Tuvo que llenar formularios, explicar su proceso, enviar videos del trabajo artesanal y fotografías del producto final.
Y, entonces, llegó el correo anticipado, había sido seleccionada. Lo que empezó como un emprendimiento artesanal en Quito, en cuestión de semanas se convertiría en una propuesta internacional.
Con toda la emoción de cumplir un sueño, la diseñadora se presentó en la capital de la moda, en septiembre de 2025, con una pasarela de cinco looks acompañados de sus accesorios. Cinco modelos llevaban el mismo vestido negro, que permitía que sus joyas brillaran. Para este desfile, Sánchez no solo presentó joyería, también creó carteras utilizando las mismas técnicas y diseños, extendiendo su universo más allá de los tradicionales.
Con esa presentación y gracias a un pop-up durante esa misma semana, fue invitada a presentarse en Los Ángeles en un tributo a Giorgio Armani.
“Este proyecto es como mi hijo: requiere inversión, tiempo y cuidado para verlo crecer”, señala Sánchez. Fueron días intensos, pero llegó al 25 de octubre con una propuesta completa. Esta vez optó por vestir a las modelos con un traje blanco, creando un lienzo limpio sobre el que sus joyas pudieran brillar.
Fue un éxito total: en apenas dos horas vendió todo su stock.
Estas experiencias muestran cómo la pasión y la dedicación pueden llevar a grandes talentos al escenario global. Sánchez, en menos de un año, cumplió sueños que ella misma no sabía que tenía y, al mismo tiempo, descubrió nuevas metas. Esta es una historia llena de logros, pero con un camino aún más prometedor por delante, porque su amor por la moda la está inclinando hacia el diseño de ropa. (I)