A solo unos meses de recibir el Oscar a Mejor Diseño de Vestuario, Paul Tazewell regresa con otro despliegue de moda en Wicked Por Siempre.
La segunda entrega de la producción musical retoma la historia unos años después de la primera película. Con Elphaba ahora huyendo como una radical condenada por el Estado y Glinda ascendiendo como propagandista respaldada por el Mago, los vestuarios fantásticos debían reflejar la verdad detrás de los arcos emocionales de ambas. Ahí es donde intervino Tazewell (quien, por cierto, también ha ganado un BAFTA, un Emmy y dos premios Tony).
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“Un factor determinante para mí como diseñador, y para cada proyecto, es crear algún tipo de realidad para los personajes, aunque se trate de fantasía o de una producción de época; necesito entender de dónde parten y qué ha ocurrido antes de la historia que se nos presenta", explica Tazewell, artífice de los vestuarios ganadores del Oscar en la primera película de Wicked.
“En la primera cinta podía verse cómo iban encontrando su propio estilo y transmitiendo al público la forma en que se comparaban o contrastaban entre sí. Aunque una vista completamente de negro y la otra de rosa, en ese momento ambas alcanzan un punto neutral. No están comentando quiénes son; están realmente concentradas en la relación, en dónde se encuentran y en cuál será la decisión que tomarán para seguir adelante en la vida", dice el diseñador de vestuario.
A continuación, lee la conversación completa de Harper’s BAZAAR Estados Unidos con Tazewell, que incluye sus reflexiones sobre la conexión estilística de Glinda con Audrey Hepburn, la silueta de superheroína de Elphaba y el peso de ser el primer hombre negro en ganar el Oscar a Mejor Diseño de Vestuario.
Elphaba y Glinda han atravesado tantos cambios desde la última vez que las vimos. ¿Cómo utilizaste los primeros atuendos en los que las vemos para representar sus respectivos caminos?
Elphaba conserva restos del mismo vestido que llevaba en la Ciudad Esmeralda cuando conoció por primera vez al Mago. Se ha deteriorado hasta convertirse prácticamente en una túnica, o en un vestido desgarrado que ya no tiene mangas, porque da la sensación de ser una prenda muy delicada. Lo combina con unos pantalones que retoman ese poder interior, y luego suma el abrigo amplio y la capa que Glinda le colocó para protegerla. Todos esos elementos juntos crean esta silueta de superheroína. También sigue evocando a la Bruja Malvada del Oeste de la película de 1939. Siempre estaba mirando hacia esos íconos que llevamos con nosotros como personas modernas y cómo nos relacionamos con la historia de El Mago de Oz. Su sombrero se vuelve más dramático, más cercano al de la cinta de 1939. Y luego están sus kick-ass boots (botas increíbles, poderosas). Todo eso en conjunto buscaba presentar a esta joven que ha evolucionado y que, dentro de sí, posee la pasión y la personalidad heroica para ocupar ese lugar. Cynthia Erivo lo logra como nadie.
Para Glinda, ella tomó la decisión de aliarse con la Ciudad Esmeralda, Madame Morrible y el Mago para erigirse como esta figura de bondad y como una imagen propagandística. Para crear una persona pública, su estilo refleja, sin duda, a la verdadera Glinda y su elegancia. Es una ingénue, casi como una Audrey Hepburn. Hay una frescura en ella, pero todo está muy calculado. También es un peón del poder en la Ciudad Esmeralda.
En el primer atuendo de Glinda, vi guiños a María Antonieta, otra figura histórica –según cómo se le interprete– utilizada también como peón dentro de un sistema político.
Absolutamente. Todo eso está presente. En realidad, yo mismo lo he descrito así: era María Antonieta mezclada con Dior, y remite a una época en la que la bondad se asociaba con la cortesía y con la belleza. Era algo muy curado y no reflejaba realmente la realidad. Hay una gran profundidad y creo que eso se revela de manera hermosa tanto en la forma en que está escrito el personaje de Glinda como en la interpretación de Ariana Grande.
¿Cuál es la historia detrás de la ropa de Elphaba? No es que exista precisamente una tienda departamental en los bosques de Oz donde pueda ir de compras.
Todo vuelve al texto y a la historia. ¿Cómo darle sentido a un personaje fantástico que ya no regresa a la sociedad y que vive en medio del bosque, en una casa en un árbol? Su casa en el árbol se convierte en un reflejo de cómo quiere vivir y de la libertad en la que desea habitar. También le permite no estar a la defensiva, sentirse cómoda en su propia piel. Hay elementos que nos dan pistas de que está tejiendo su propia tela y posiblemente hilando su propio hilo. Está confeccionando una prenda para que sea su túnica. Busca pequeñas comodidades en medio del bosque, y quién sabe qué acceso tenga a los animales que viven ahí también. Si pensamos en su vida en Munchkinland y en cómo fue criada, todo surge de una sensibilidad victoriana. Luego pensamos en el mundo del bordado, del encaje, del tejido de esa época, cuando el trabajo hecho a mano y la creación en casa eran prioritarios. Eso brindaba creatividad. Ahí no había televisión ni teléfonos celulares, así que la idea fue expandir ese concepto y permitir que Elphaba fuera realmente hábil en todo ello.
Cuando invita a Fiyero a su espacio, es el momento en el que muestra su piel, vemos su ropa interior y entendemos cómo puede relacionarse íntimamente con otra persona. Creo que eso es sumamente importante para establecer esa relación. Tenemos indicios en el bosque en la primera película, pero esta es la primera vez en la que las apuestas son más altas. No queríamos simplemente insinuarlo, queríamos decir: “Está bien, sí, tienen la capacidad de estar realmente enamorados”.
Me encanta el diseño del cárdigan de Elphaba. Retoma ese espíritu sartorial tan propio de ella, ligado a los elementos naturales. Parecía tener la misma textura que las enredaderas que caen sobre su refugio en el bosque.
Lo captaste a la perfección. Todo eso se logró con un hilado múltiple. Creo que probablemente fueron tres tipos de estambre los que se usaron en ese tejido, y luego el diseño –si puedes mirarlo de cerca, o la próxima vez que lo veas– se entrelaza. Es casi como un tejido de trenza ampliado o sobredimensionado que crea la idea de corteza y enredaderas retorciéndose juntas. Así que sigue alineándola con todo lo natural, con lo orgánico, y refleja el entorno en el que se encuentra.
En contraste con eso, tenemos a Glinda, cuyo guardarropa tiene una cualidad casi de cuento de hadas. ¿Qué puedes contarme sobre la creación de su look para el día de su boda?
Partimos de una silueta que tenía mucho más detalle. Había más elementos en la parte superior, y tomamos la decisión consciente de eliminar gran parte de eso, porque necesitábamos ver más vulnerabilidad en su personaje. Conservamos ese movimiento asimétrico, casi en espiral, en el corsé, mientras permitíamos que la cualidad de princesa de cuento de hadas se concentrara en la falda, ascendiendo hacia una silueta que pudiera mantenerse muy simple. Para mí, evocaba la idea de Audrey Hepburn. Conservaba esa inocencia que considero clásica en las novias. Creo que todos los elementos visuales de los que queríamos partir se volvían más interesantes al despojarlos y permitir que fuera la emoción de ella la que sostuviera esa escena.
¿Qué detalles descartaste de tus ideas iniciales para el vestido de novia?
Oh, había una propuesta con mucho tul que prácticamente giraba a su alrededor, acompañado de mariposas. Era como llevar más de lo que estaba en la sobrefalda hacia la parte superior del vestido. Lo que ves ahora es una estela de tul de seda con pedrería y cristales cosidos a mano en la parte superior, así que queda solo en la superficie. Luego hay mariposas que ascienden, pero únicamente sobre el corsé. Es uno de esos casos en los que debes decidir qué elementos dejar de lado para crear una imagen más potente. Además, hay muchísimo pasando en el Salón de la Grandiosidad. Sabíamos que ella iba a abrir el pasillo con las mariposas doradas. Así que al reducir el vestido, permitimos que trazara una silueta realmente precisa en medio de todo lo que está ocurriendo alrededor.
El último look que vemos en Elphaba es una túnica translúcida con capucha, de silueta suave y etérea, algo que no solemos ver en ella. ¿Cuál fue la motivación detrás de ese diseño?
Surgió de numerosas conversaciones con Cynthia y con el director Jon M. Chu: ¿Cómo concluimos la evolución de Elphaba? No sabemos a dónde irán cuando se pierdan en la distancia, pero sí sabía que era necesario que se desprendiera de toda la personalidad que había sido vilipendiada. Eso era lo más importante para Cynthia y Jon al contar su historia. Optamos por un vestuario que pudiera sentirse cercano a la paleta de color de Fiyero, a su linaje. Eso se introduce con la capa de Kiamo Ko, cuando ella interpreta No Good Deed y toma la capa, y todos los monos adoptan armaduras desechadas que aún permanecen en el palacio. Llevarlo al siguiente nivel, cuando ella ya no va a usar el look de la Bruja Malvada del Oeste, su atuendo de superheroína, significaba mostrarla en su versión más suave. Es cuando más auténtica es. Lo vaporoso del traje es casi como humo mientras camina hacia la distancia. Creo que crea un momento muy hermoso al verla soltar, por fin, todo aquello que la había convertido en un ser villanizado.
Esta película también es la primera vez que por fin vemos al cuarteto icónico de El Mago de Oz: Dorothy, el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León Cobarde. ¿Puedes contarme cómo decidiste imprimir tu propio sello en esos vestuarios legendarios de Hollywood?
Todos esperan ese momento en el que aparecen. El Mago de Oz –Dorothy, interpretada por Judy Garland, el Espantapájaros por Ray Bolger, todo el elenco, en realidad– esos personajes están grabados en mi mente. Para mí, lo importante era regresar completamente al libro original de L. Frank Baum, escrito a comienzos del siglo XX.
La mayor parte del vestuario del Hombre de Hojalata era de superficie rígida, pero a la vez necesitábamos crear articulaciones que se movieran de manera naturalista y que, al mismo tiempo, remitieran al embudo del traje de 1939. Esas siluetas siguen en nuestra memoria colectiva. Sabemos exactamente quién es quién. Era fundamental porque íbamos a verlos primero desde lejos. Necesitábamos reconocerlos sin tener que descifrar quiénes eran esas figuras que teníamos enfrente.
Dorothy también ha permeado mucho la cultura pop pero, para esta película, no podíamos recrear el look original que usó Judy Garland, ni era algo que particularmente me interesara. Utilicé la silueta de un vestido de niña de principios de siglo, confeccionado en un cuadro azul gingham, que es muy específico de la imagen que todos asociamos con Dorothy. Si observas de cerca a Dorothy y sus zapatos cristalizados, lleva calcetas azules. Si las comparas con las de la Dorothy de Judy Garland, ella también usaba calcetas azules con los ruby slippers. Hilamos todas esas ideas para lograr un efecto nostálgico y una propuesta cohesiva.
Eres el primer hombre negro en ganar un Oscar en la categoría de Mejor Diseño de Vestuario, y también apenas el segundo diseñador negro en obtener ese premio. ¿Qué significa para ti el peso de ese logro?
Ruth Carter –la primera persona negra en ganar un Oscar a Mejor Diseño de Vestuario– es colega y amiga, y nuestros caminos se cruzaron cuando recién comenzábamos. En ese entonces, estábamos abriendo camino para otras personas de color, porque trabajábamos en talleres donde éramos los únicos rostros morenos y negros. Cuando era joven, acepté eso como parte de la realidad. Pero crecer dentro de ese contexto y reconocer el hecho de haber sido “otredado” –he vivido la vida como estadounidense negro– es algo con lo que todavía lidio.
El resto de la comunidad creativa negra y morena –especialmente las generaciones más jóvenes– que tienen el impulso, el interés y la pasión por entrar en nuestra industria, deben saber que hay espacio para ellos. Lo que he hecho yo, lo que ha hecho Ruth, lo prueba. Pueden tomarlo como testimonio de que son bienvenidos en ese espacio tan emocionante y creativo, y de que pueden crear sus propios espacios. Ser una representación de esa posibilidad es realmente un honor. Solo espero que vengan muchos, muchísimos más detrás de nosotros.
Estoy seguro de que Por Siempre volverá a estar en conversación para el Oscar a Mejor Diseño de Vestuario. Para ti, como diseñador y como artista, ¿ese tipo de reconocimiento se siente como una validación? Y si no es así, ¿qué cosas son las que realmente te hacen sentir validado en tu trabajo y en tu propósito?
Sumamente validador. Pero no en el sentido de que viva con la mirada puesta en el premio. Hago mi trabajo para contar historias, historias claras que toquen el corazón de la gente y que, con suerte, marquen una diferencia. He recibido premios a lo largo de mi carrera, pero pasaron 35 años de experiencia antes de obtener un Oscar por mi trabajo. Se habría perdido muchísimo tiempo y creatividad si siempre me hubiera enfocado en el premio. Necesito poder involucrarme plenamente en el acto creativo de contar la historia, y dejar de lado la idea del reconocimiento para mantenerme concentrado.
Debo decir que este último año de premios fue sorprendente. Fue increíble y profundamente satisfactorio por todo el tiempo que he dedicado a mi carrera, por todo lo que he compartido, por todo lo que he aprendido como diseñador. Todas las personas con las que he trabajado y que han contribuido a crear quién soy hoy, que han ayudado a pulir al diseñador en el que me he convertido. Recibir un premio es también un regalo para ellas, porque no sería quién soy sin la participación de todos los que estuvieron presentes hasta ese momento. (I)
*Esta entrevista fue ligeramente editada y condensada para mayor claridad.
Este artículo salió originalmente en Harper's BAZAAR Estados Unidos.