Muestra de arte

Esa mezcla precisa entre tecnología y territorio: una nueva expo en el CAC

Esta exposición en Quito recorre la relación con la tecnología y cómo ha impactado en nuestras vidas, espacios y formas de conectarnos.

Por Emilia Palacios Mosquera

Se trata de una muestra que propone el uso de la tecnología como punto de cruce entre arte y una experiencia inmersiva en la ciudad. Territorios (Re) Imaginados: Tecnologías, Conjeturas, Ficciones es el nombre de la exposición que se puede visitar en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC), un proyecto que forma parte de la tercera edición de la Bienal Universitaria de Arte Multimedia organizada junto a la Universidad San Francisco de Quito. Llega después de una convocatoria que reunió a más de 137 proyectos, del que se eligieron 19 propuestas —de distintas partes del país como Quito, Ambato y Guayaquil— que dialogan entre sí sin necesidad de parecerse, conformando una selección diversa, fresca y profundamente conectada al territorio.

“Para nosotros era importante abrir el concepto de tecnología”, explica Santiago Ávila, líder de exposiciones y programas públicos del CAC. Él acompañó este proceso desde enero, cuando inició la convocatoria, y señala que la bienal funciona como un puente entre herramientas contemporáneas —sensores, óculos, sistemas interactivos— que han sido parte de la historia de Ecuador desde hace generaciones. En ese encuentro, aparecen nuevas posibilidades de mirar lo cotidiano.

También te puede interesar: Girlbands Forever, el documental que revela lo que la industria del pop le hizo a las mujeres jóvenes

“Es una apuesta por reconocer a la tecnología como un espacio desde el arte para el encuentro, para pensar en otras formas de ver el mundo y para reflexionar sobre su uso y sobre nuevas herramientas como la inteligencia artificial”.

En esta ocasión, el evento contó con la curadoría de la historiadora del arte argentina Jazmín Adler, que planteó una mirada alejada de la idea de la tecnología como un dispositivo frío y exclusivamente digital. En esta exposición, la tecnología también es artesanal, ancestral, manual, intuitiva. Es memoria, cuerpo y sonido. Y es, sobre todo, una forma de entender que el territorio puede leerse desde muchas capas: lo físico, lo virtual, lo emocional, lo simbólico.

La exposición ocupa las galerías bajas del CAC, un espacio amplio que permite entrar en el universo que se nos presenta. Allí, la idea de recorrido se vuelve física: hay piezas que se activan con el movimiento, otras con el tacto; están las que invitan a entrar y quedarse adentro el tiempo que haga falta. Algunas son silenciosas; otras envuelven al visitante con sonidos que parecen provenir de lugares que conocemos sin haber estado nunca.

Lo que sucede al reimaginar territorios

Entre las obras hay instalaciones textiles hechas en fieltro, espacios que funcionan como pequeños refugios, estructuras metálicas que recuerdan jardines imposibles, videos que retratan la vida de ecuatorianos en la diáspora y sistemas de vigilancia que dialogan con temas como la deportación. También hay propuestas que regresan a objetos históricos del país —instrumentos de la costa, materiales vinculados al ferrocarril, cerámicas evocadas como criaturas marinas— para hablar de ellos desde un lenguaje actual, que no busca replicar lo que ya existe sino activar nuevas preguntas.

Asimismo, Ávila destaca la instalación de la artista Martina Miño, donde el público puede acercarse y probar un macerado hecho con hojas amazónicas. La pieza propone hablar del extractivismo sin nombrarlo, desde la experiencia sensorial, como una forma de recuperar los sabores de territorios que a menudo se habla de ellos como espacios de conflicto. Este momento también marca el tono de la exposición: aquí, la tecnología no es un fin, sino un medio para sentir de otra manera.

“Hay cosas para beber, tocar, escuchar, transitar y moverse por el espacio. Eso creo que es una oportunidad única”, dice Ávila.

El proceso de montaje tomó alrededor de un mes y reunió a un equipo de más de 20 personas entre curaduría, museografía y producción. Para Ávila, esta edición de la bienal también abre una conversación sobre la brecha tecnológica en el país. Él la reconoce como una oportunidad para acercarse a otras formas de creación y para reconocer que el arte contemporáneo puede ser un camino para hablar de estos temas sin volverlos inaccesibles.

El proyecto tuvo un jurado que premió a tres artistas. Entre los reconocimientos estuvieron un premio adquisición valorado en US$ 3.000 para la colección de la Universidad San Francisco, un reconocimiento para artistas emergentes y una invitación para desarrollar una exposición individual en 2026. 

Territorios (Re) Imaginados: Tecnologías, Conjeturas, Ficciones estará abierta hasta finales de marzo de 2026. La entrada es gratuita y el CAC abre de miércoles a domingo. Esta edición de la bienal reafirma que el arte sigue estando vivo, atento y dispuesto a acompañar las preguntas que nos hacemos sobre el país y sobre nosotros mismos. Y recuerda, según Ávila, que los territorios no solo se habitan: se imaginan, se recuerdan, se transforman. (I)