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Dexter Morgan premedita y estudia sus crímenes. Sigue a sus víctimas, se aprende sus movimientos y ataca en el momento preciso. Una vez que las atrapa, las somete a tortura y las mata. De acuerdo con parámetros clásicos de criminología, sería un asesino serial, pero uno muy querido por millones de fanáticos en todo el mundo.

¿Por qué? El personaje creado por el escritor Jeff Lindsay y protagonista de al menos cuatro series que se han podido ver desde 2006 —interpretado en la mayoría de ellas por Michael C. Hall— tiene un tipo de componente moral: solo mata a otros asesinos que no han sido atrapados o no han pagado su culpa. Dexter hace justicia, es un asesino serial que funciona como antihéroe.

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Alguien como Dexter no es nada nuevo en el cine y la televisión. Desde que en 1960 Alfred Hitchcock le dio al mundo a Norman Bates, en su clásico filme Psicosis, la fascinación por estos personajes se ha reflejado en cientos de historias en la que asesinos seriales tienen el primer plano. Sigue pasando: la última serie sobre Dexter Morgan es Dexter: Resurrection y se estrenó en julio de 2025. 

Para Christian León, docente de la Universidad Andina Simón Bolívar, el asesino serial es una figura que surge en las sociedades de primer mundo y que condensa dos dimensiones. “La una es la vulnerabilidad urbana que todos sufrimos y vivimos, a través de los miedos individuales, y la otra tiene que ver más con los problemas sociales que nos atañen, esos miedos colectivos”.

León afirma que esa figura del serial killer, que apareció primero en el cine y luego en televisión, ha sido moldeada con perfección en estos formatos audiovisuales, “en una especie de intersección entre el thriller de suspenso y el thriller psicológico”. Esto quiere decir que entre el horror de esa violencia que puede pasarle a cualquiera, hay espacio para indagar por qué esa persona hace lo que hace. Al menos en esos productos audiovisuales que se alejan del horror como género.

Porque sí, los monstruos o cucos del slasher, por ejemplo —Jason Voorhees, Michael Myers, Ghostface o Freddy Krueger—, si bien son asesinos seriales, son algo más. Son figuras de ficción que exageran el carácter violento del serial killer. Son como fantasmas, seres imaginados. 

“La figura del asesino serial es interesante y compleja, porque efectivamente el gran dilema que tenemos las personas comunes y corrientes es tratar de explicarnos por qué una persona puede sistemáticamente convertirse en un asesino de ese tipo”, reflexiona León. Sí, un elemento básico detrás de la fascinación de este tipo de historias es tratar de entender por qué estos personajes lo hacen, por qué matan. Eso explicaría también el éxito del género de true crime, por ejemplo.

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Si hay algo más que no se puede divorciar de la atracción por esta figura es una etiqueta que va más o menos así: basada en hechos reales. Incluso si se trata de series o filmes de ficción —como Dexter—, si se sienten apegados a la realidad, se consumen con pasión. “Hay gente que si se le presenta un slasher al estilo de Halloween o Viernes 13, no les va a gustar. Pero el efecto vendedor de que sea de la vida real, que eso pudiera estar ocurriendo en la casa de al lado, les produce un hormigueo y más cuando las víctimas son mujeres”, dice la escritora Sandra Araya, que trabaja en un ensayo sobre las final girls, las chicas que sobreviven hasta el final de las películas de horror y se enfrentan al monstruo.

Porque si hay una constante en series y filmes —hasta en documentales— es que la mayor cantidad de víctimas son siempre mujeres. 

¿Qué más nos mueve a ver estas historias?

La psicóloga Nieves Marín, en su artículo titulado Por qué nos gustan tanto las series de crímenes y asesinatos, coincide en que el principal motivo para ver estas historias está en descubrir una razón de por qué pasa esto: “nos enfrentamos a la complejidad de la mente humana, especialmente cuando se trata de entender los motivos detrás de actos incomprensibles como los crímenes”, escribe. Pero no solo eso.

Estas historias también se ven desde la comodidad del hogar, una distancia que ayuda a vivir esta parte oscura de la humanidad desde otras relaciones. “Estas series pueden aumentar nuestra conciencia sobre los peligros potenciales y mejorar nuestra capacidad para reconocer signos de advertencia en situaciones o comportamientos, contribuyendo así a una mayor precaución en nuestra vida diaria”, describe Marín.

Esta exploración segura nos convierte, de alguna forma, en detectives. Y no, no es que quien ve las historias sobre este tipo de asesinos sea una persona con alguna psicopatía. “El interés en estas narrativas se debe más a la fascinación humana por resolver misterios, entender comportamientos complejos y explorar los límites de la moral y la justicia, que a una inclinación hacia comportamientos psicopáticos”, dice la psicóloga española.

A esto hay que sumar un factor determinante: el asesino serial seduce.

Si lo hace es porque se muestra con mayor complejidad. “Hay películas y series que retratan de una forma menos atractiva a estos asesinos, como un villano más general y son las que menos impacto han tenido”, dice Christian León. Cuando sucede lo contrario, otro ha sido el resultado. “Las películas que los sacan del lado del villano y empiezan a complejizar el personaje, lo vuelven sofisticado, le dotan de distintas capas, de una hondura, lo sacan del estereotipo y le dan humanidad, le dan matices, le dan contradicciones, muestran toda una serie de procesos; y hasta enjuician a la sociedad porque de alguna manera creó las condiciones para que esta persona se convirtiera en un asesino… esas películas son las que más éxito tienen”.

Él habla de Psicosis y de El silencio de los inocentes, como dos de esos filmes que a pesar de haber sido estrenados hace más de 60 y 30 años, respectivamente, siguen estando vigentes.

Cuando la fascinación por el monstruo genera conflicto

Estas dos películas son importantes para la narración de la más reciente temporada de la serie Monster, que revela la historia de criminales y asesinos reconocidos en la historia de Estados Unidos. Esta producción creada por Ryan Murphy, enfocó sus más recientes episodios a recorrer el caso de Ed Gein, considerado el punto de arranque para comprender al asesino serial contemporáneo.

Si bien se asocia el nombre de Murphy como importante para esta serie, quien comandó esta tanda de capítulos fue Ian Brennan. Él se encargó de todos los guiones de los ocho episodios e hizo algo que ha sido criticado y alabado por igual: colocó al mismo nivel la fascinación de la cultura pop por los asesinos seriales y cómo Gein fue referente para otros serial killers que llegaron después de él.

Brennan es duro en este punto, pero lo que hace cuestiona a la audiencia. Porque en varios momentos de la serie, el Ed Gein que interpreta Charlie Hunnam, se cruza en pantalla con Alfred Hitchcock, Anthony Perkins, con escenas de Psicosis, La Masacre de Texas, El silencio de los inocentes y con asesinos reales como Richard Speck y Jerry Brudos. No acusa a nadie por ver a estos personajes, pero sí quiere decir algo sobre esa fascinación, al menos generar preguntas.

“Me gustó que en la serie se ponga a Hitchcock diciendo: ‘esta es la historia que debemos contar’, como si él tuviera el deber moral de contar la historia de Ed Gein, con esa adaptación que hace de la obra de Robert Block —que fue la base de Psicosis—. Y luego ponen esa toma de Hitchcock espiando a sus actrices en los vestidores, porque era un tipo perverso con ellas”, dice Araya.

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A veces la fascinación puede ser más oscura porque hay una seducción intrínseca en la figura del asesino serial que preocupa. Joe Goldberg, el protagonista de la serie de Netflix, You, interpretado por Penn Badgley, se convirtió en el sueño de muchas chicas jóvenes que vieron la primera temporada de la serie estrenada en 2018 y se “enamoraron” de él, pese a ser un acosador y asesino serial.

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Centenares de videos y comentarios en redes sociales a favor de ese personaje, llevaron a Badgley a utilizar entrevistas en 2019 para dejar en claro que no se debía naturalizar a Joe ni a verlo como un interés romántico. “Siento que la gente está respondiendo a esta serie de una forma que me sorprende. Me han repugnado ciertas facetas de Joe y es extraño interpretar a alguien por quien sientes algo así. Es todo un reto”, le dijo a Collider. En su cuenta de Twitter, Badgley se pasó escribiendo por mucho tiempo que su personaje era un asesino, como para dejar en claro lo que era.

“Se me hace interesante que se pueda crear un nexo con un tipo que ha cometido tal nivel de atrocidad”, dice Araya. Para ella, quizás el problema podría radicar en hasta dónde se lleva la espectacularización de estos personajes. “Es con lo que chocamos siempre y es que para ver ciertas cosas hay que tener criterio. Porque cuando hablamos de los medios masivos, estos llegan también a las señoras calenturientas que les escriben cartas a los presos”, finaliza la escritora. (I)