Una nueva lectura del estilo

El diablo viste a la moda: ¿Andy tuvo razón desde el inicio?

Con una secuela en camino para 2026, una editora explica por qué el personaje de Anne Hathaway estaba adelantada a su tiempo.

Collage — Harper's Bazaar EC

En casi 20 años desde el estreno de “El diablo viste a la moda”, se han escrito innumerables artículos sobre la moda de la película. ¿Cómo no hacerlo? Es fácil hablar de las botas Chanel que Andy Sachs usa después de su transformación y de la infinidad de abrigos fabulosos que Miranda Priestly lanza sobre el escritorio de su asistente. Pero permíteme ofrecer una nueva perspectiva: Andy AT (antes de la transformación) —con su interminable colección de suéteres de cuello redondo y faldas en línea A—no estaba tan mal. ¿Me atrevería a decir que era bueno? Al menos, era auténtico.

Antes de su transformación, el guardarropa de Andy reflejaba quién era: una aspirante a periodista seria, con ambiciones más allá del mundo de la moda. Su estilo demostraba su compromiso con la sustancia por encima de la superficialidad. Priorizaba la practicidad y la comodidad.

Visto con ojos de 2025 —después de años de minimalismo, normcore quiet luxury impulsados por marcas como The Row y Toteme, y figuras como Kendall Jenner y Gwyneth Paltrow— el guardarropa pre-makeover de Andy ya no parece anticuado, sino genuino. Los tejidos sencillos, las capas prácticas y las siluetas oversize ahora evocan una especie de frescura discreta que encaja sorprendentemente bien con el gusto actual por la moda silenciosa, aunque no explícitamente lujosa. Lo que me hizo pensar: Andy no estaba atrasada, simplemente se adelantó.

Cortesía de Faith Brown 

Cuando saqué este tema en una reunión, mis compañeros rápidamente se convirtieron en mis escépticos. Para probar mi punto, decidí recrear cada uno de los looks de Andy antes de la transformación: estaba el suéter lila y el abrigo beige que usó en su primera entrevista en Runway. El clásico trench coat y bufanda para ir por café y esas faldas Calvin Klein, y por supuesto, el suéter azul cerúleo que lleva cuando Miranda Priestly decide criticarla durante una revisión. 

Si soy honesta, de todos los looks, este último fue el más difícil de recrear. La falda de rombos cae de forma incómoda, las medias opacas son demasiado gruesas y los zapatos de plataforma gruesa deslucen todo el conjunto. Pero, con un poco de ayuda del clóset de moda de  Harper's BAZAAR USA y la increíble gente que lo maneja, pude probar suéteres de cashmere de Ralph Lauren y Tory Burch, trench coats de Nili Lotan y faldas de Vince y Goop que honraban el guardarropa de Andy Sachs y no eran tan diferentes a los míos.

Cortesía de Faith Brown

La verdad es que veo mucho de mí en Andy antes de la transformación. Yo también siempre priorizo la comodidad. El tacón más alto que tengo mide cinco centímetros y siempre tengo una bufanda a la mano. Tengo varios trench coats oversize y muchas camisetas lisas, todas siempre combinadas sobre o bajo un suéter. En 2006, Andy trabajaba horas agotadoras, pero no recibía mensajes de Slack en el metro ni tenía que estar al tanto de Instagram, TikTok y un ciclo de noticias que no para ni siquiera antes del desayuno. Si su guardarropa —minimalista, neutro, repetible— antes señalaba una falta de sofisticación, hoy se percibe más como una estrategia de supervivencia.

Cortesía de  Faith Brown 

En la película hay un arco narrativo que plantea que la transformación de Andy era necesaria para su éxito profesional. Una vez que conoce a Jimmy Choo, también aprende a deletrear Gabbana. Aun así, yo diría que nunca se trató de la ropa, sino de la confianza que le daban. El viejo dicho es cierto: cuando te ves bien, te sientes bien. Andy empieza a jugar con las reglas de un mundo que antes juzgaba desde fuera y las personas que antes la ignoraban empiezan a mirarla dos veces. Pero a medida que se va desenvolviendo mejor en el trabajo, empieza a alejarse de los valores —y de las personas— que antes le importaban. Y aunque sus nuevos looks son innegablemente glamurosos, también tienen su precio.

En la escena final vemos a Andy en una entrevista de trabajo, vestida con jeans oscuros, un suéter de cuello alto negro y una chaqueta de cuero marrón. Claramente no es alta costura, pero tampoco son zuecos. Este look siempre será mi favorito porque es en el que parece más ella misma. Entre la joven sin rumbo después de graduarse y la asistente que lo da todo, encontró su punto medio. Así que tal vez el dicho necesita un ajuste: cuando te sientes bien, te ves bien.

Este artículo salió originalmente en Harper’s Bazaar USA.