Antes de que Labubu se adueñara del trend “toycore” en TikTok, existió Karlito: un diminuto Karl Lagerfeld en forma de pompón, cubierto de visón, piel de zorro y una actitud despreocupada. En su momento, lo llevó Cara Delevingne como si fuera parte de su uniforme.
Debutó en la pasarela de Fendi de Otoño 2014, donde las modelos desfilaron con llaveros peludos como si fuera lo más normal del mundo. Karlito no tardó en volverse un ícono en Tumblr y aseguró su lugar como el detalle original para un tipo muy específico de insider de la moda.
Pero Karlito no era solo un complemento creado por Fendi. Era una versión en miniatura del propio Karl: vestía de negro, con gafas oscuras y una coleta plateada. Era juguetón, irreverente y completamente exagerado, es decir, el epítome de la moda de 2014.
El charm venía con un precio elevado y una lista de espera aún más larga. No se trató solo de adornar tu Peekaboo o colgarlo de tu bolso Baguette; era más que eso. Anna Wintour tenía uno. Rihanna también. Era parte mascota, parte objeto de colección, y totalmente un símbolo de estatus.
Hoy, mientras la moda vuelve a mirar hacia la nostalgia, hay una renovada apreciación por piezas como Karlito. La estética “toycore” y los accesorios de diseñador coleccionables están de nuevo en el centro de atención. Mientras Labubu es un caos adorable, Karlito representó una elegancia juguetona, pero controlada.
¿Estamos a las puertas del regreso de este llavero? Tal vez. Aunque Fendi todavía no ha relanzado el charm, las versiones vintage siguen apareciendo en sitios de reventa, a menudo alcanzando precios superiores a los de hace una década.
En una época marcada por lanzamientos rápidos y microtendencias, Karlito destaca como una rara reliquia de la moda que realmente perdura: prueba de que, cuando el lujo se pone travieso y peludo, el impacto es diferente.
Este artículo salió originalmente en Harper's BAZAAR Australia.
