Miley Cyrus está sentada frente a la chimenea de piedra en su casa de Los Ángeles, sosteniendo dos libros de mesa. Uno es Doll Parts de 2017, de Amanda Lepore, el ícono transgénero, transgresor y glamuroso de la vida nocturna. El otro es Fashion First, el libro de fotos de Diane Keaton dedicado a su estilo único: excéntrico, elegante y con claras influencias del guardarropa masculino. Cyrus lleva un suéter negro sencillo y maquillaje mínimo, su cabello recogido en cola de caballo trenzada, y sacude ambos libros con igual urgencia. “Esto”, dice enfáticamente, “es mi vibra”.
La combinación tiene sentido para cualquiera que haya seguido la carrera de Cyrus. Es Diane Keaton cuando canta covers en su patio trasero con una camiseta gastada y jeans a rayas estilo Beetlejuice, Lepore cuando baila en el escenario de los Grammys con un Bob Mackie brillante y el cabello al cielo.
Incluso desde sus días como Hannah Montana, la superestrella adolescente de Disney con un alter ego normal y secreto, siempre abrazo la dicotomía como una gran parte de su historia. Miley ha construido su carrera siendo una chica espontánea de Nashville con los pies en la tierra, que dice lo que piensa y, al mismo tiempo, una deslumbrante encarnación del glamour más sofisticado.
Todos contenemos multitudes, pero a lo largo de su carrera, Cyrus ha contenido más que la mayoría. De hecho, en esta videollamada de varias horas donde nos reunimos para hablar de fama, arte y su nueva música, Cyrus me repite que abraza sus contradicciones. “Soy específicamente inespecífica”, indica. Y sin embargo, cuando explica por qué le resuenan Diane Keaton y Amanda Lepore, señala su definición y su visión inquebrantable de sí mismas. “Son tan consistentes”, señala. “Y como alguien que es muy inconsistente, las admiro por estar tan seguras de quiénes son”.
Cyrus ha pasado mucho tiempo considerando cómo sus artistas favoritos se muestran en el mundo. Compró esta casa a los 18 años y, tras mudarse a Malibú para vivir con su ahora ex esposo, Liam Hemsworth, empezó a usarla como un refugio creativo, decorándola con imágenes de las personas que más la inspiran. “Sentada aquí ahora”, me comenta, “puedo ver a Joni Mitchell. Veo a Britney Spears y Vivienne Westwood”. La lista sigue: Tina Turner, Bianca Jagger, David Bowie, Snoop Dogg, Madonna, Lou Reed, Grace Jones. En su mesa de centro—levanta su laptop para que la vea—hay pilas de libros de arte que ha traído para discutir conmigo, ya que esta es, después de todo, la edición de arte de Bazaar. Está emocionada de mostrar una colección de fotografías de Robert Mapplethorpe de la fisicoculturista Lisa Lyon: “Su cuerpo es una forma de arte”.
Es fácil imaginar a una joven Cyrus mirando fotos de sus íconos, probándose diferentes identidades como todos hacemos cuando estamos descubriendo quién queremos ser. Pero eso no es lo que sucede hoy. A los 32, Cyrus irradia una confianza y sentido de sí misma que suele encontrarse en personas mucho mayores. Oficialmente es ganadora de un Grammy, premio que obtuvo en febrero de 2024, y ha pasado largas horas en el estudio trabajando en un nuevo álbum visual para 2025. Mientras sostiene libro tras libro ante la cámara, la imagen que proyecta es la de una artista que aborda su oficio con reverencia e investigación. En este punto de su carrera, Cyrus claramente sabe quién es a un nivel fundamental, y su mutabilidad es parte de eso. La diversión está en construir cuidadosamente la persona que quiere habitar a continuación.
“A muchos famosos les preocupa demasiado mantener una imagen fija, pero Miley es un camaleón” indica su estilista, el escultor y amigo de Warhol Bob Recine, quien ha visto esto reflejado en sus elecciones de peinado: “A veces hacemos el cabello mojado y plano, y a veces llegamos al techo, como en los Grammys. Es una persona que ama el cambio y entiende que la moda solo es moda si cambia”.
De alguna manera, esa es una de las ventajas de haber sido famosa casi toda su vida. A diferencia de muchas estrellas pop, Cyrus nunca ha tenido que averiguar cómo presentarse a sus fans, porque la conocen desde adolescente. Eso le ha permitido experimentar, acumulando distintas versiones de sí misma como colecciona fotos de Bianca Jagger, David Bowie, Diane Keaton o Amanda Lepore. Cuando indica que admira la especificidad, lo dice en serio. Se entrega por completo a cada una de sus facetas. Pero también sabe cuándo es momento de seguir adelante y reinventarse..
Durante un tiempo, cada historia sobre Cyrus la describía como una exestrella Disney tratando de rebelarse; ahora, cada historia tiene que llamarla una exniña salvaje que ha encontrado paz y estabilidad. Ninguna de esas descripciones es exactamente incorrecta, pero ambas subestiman su energía de estudiante sobresaliente. Llegué a nuestra reunión con un Google doc lleno de notas y preguntas detalladas, pero antes de que podamos empezar, me muestra su app de Notas, donde ha estado guardando una lista de ideas que parece más larga que la mía. Quizá esta sea una de sus mayores dicotomías: siempre ha sido famosa por “just being Miley”, una frase de mediados de los 2000 y meme temprano que Saturday Night Live referenció para evocar una impulsividad tonta y desafinada. Pero hoy en día, Cyrus pone mucho pensamiento y consideración en lo que hace y por qué.
Los premios Legend no suelen entregarse a personas menores de 70 años, y mucho menos a alguien de poco más de 30. Pero en agosto de 2024, Cyrus fue honrada como Leyenda Disney. Fiel a su estilo perfeccionista, escribió dos discursos —uno largo y otro corto— para decidir en el momento cuál leer. El que eligió incluía una vieja broma de internet sobre cómo Disney fabrica a sus estrellas en un laboratorio secreto. “Definitivamente no fui creada en un laboratorio”, dijo. “Y si lo fui, debió haber habido un error en el sistema que me hizo fallar entre 2013 y 2016. ¡Perdón, Mickey!”
Cyrus ha lidiado por mucho tiempo con su pasado infantil televisivo ; si tu primera asociación con ella no es Hannah Montana, probablemente sea el giro de 180 grados que dio en 2013, cuando lanzó el álbum Bangerz influenciado por el hip-hop y twerkeó en el escenario de los VMAs, lo que le valió acusaciones de apropiación cultural. Recibir el premio Leyenda Disney pareció un momento de cierre para Cyrus—una oportunidad de reflexionar y quizá finalmente cerrar el capítulo de una historia que se ha contado sobre ella durante mucho tiempo, una que ya no es cierta.
“Los momentos más feos de nuestra vida tienen un punto de belleza. No puedes tener una pintura sin contraste.”
“Obviamente, (ser una estrella infantil) me formó en una adulta muy diferente a algunos de mis pares o amigos. Es simplemente una infancia muy diferente”, me dice ahora. “Por un tiempo, pensé que eso me impedía conectar con la gente”. La noche antes de hablar, estaba haciendo un test de medicina china, y una de las preguntas era si sentía que podía formar relaciones fácilmente. “Ni siquiera sé cómo responder eso”, reflexiona, “porque por quién soy como persona, sí, siento que puedo conectar con la gente y que soy amiga de todos. Pero por cómo he crecido, a veces la gente lo hace más difícil. Puedo dejar mi personaje muy fácilmente, pero es difícil para otros borrar esa parte de ti”.
En otras palabras, es tan famosa que los demás no saben cómo ser normales a su alrededor. Irónicamente, este tipo de confesión íntima es exactamente lo que hace que la gente sienta que conoce personalmente a Cyrus. Ella no solo es buena interpretando la fantasía de la fama; también sabe romper con el artificio. En cierto modo, su era Bangerz fue un regalo, porque todos recuerdan sus errores. No nos gusta que nuestras estrellas parezcan fabricadas en un laboratorio; queremos saber que también son humanas.
“Casi todo el mundo ya la conoce y se siente cómodo, como si fuera una vieja amiga”, explica el productor musical Shawn Everett, conocido por su trabajo con War on Drugs y Alabama Shakes y quien colabora con ella en su nuevo álbum. “Sientes que la has conocido siempre, y ella te da la gracia de sentirlo así”.
“Quiero impactar frecuencias en tu cuerpo que te hagan vibrar a un nivel diferente.”
Proyectar ese grado de apertura a sus fans puede ser difícil de apagar, pero Cyrus ha aprendido lecciones de su madrina, Dolly Parton. “Ella deja entrar a todos y a nadie al mismo tiempo”, me comenta Cyrus admirada. “Todos sienten que la conocen, pero también están bien con el hecho de que no la ven sin maquillaje, sin el drag completo”. Me toma un minuto darme cuenta de que probablemente eso es lo que Cyrus está haciendo ahora: abriendo la puerta lo suficiente, pero no más.
Cuando Miley Cyrus tenía 16 años, su papá decidió que necesitaba un auto. Había estado ganando dinero como estrella Disney, así que ¿por qué no dejarla gastar algo en un Range Rover? Pero su madre se opuso. “Mi mamá dijo que tenía que comprarme un Nissan o Toyota como mis otros hermanos”, dice Cyrus con su característico tono ronco. “Nunca tuvo miedo de quitarme el celular. ¡Incluso cuando yo pagaba mi propio servicio telefónico! Siempre le decía, mamá, eso es para niños que no pagan su propia factura. Y ella: no me importa. No vas a tener tu teléfono”. Su papá, por supuesto, es el cantante country Billy Ray Cyrus, cuyo éxito “Achy Breaky Heart” fue ineludible en 1992. Su madre, Tish Cyrus-Purcell, también es su mánager de toda la vida, y tiene una leyenda country como madrina. La historia del Range Rover captura parte de la tensión de la infancia singular de Cyrus: ¿Cómo crías a una niña “normal” cuando puede comprarse un auto de lujo? ¿Cuando su papá es reconocido por... todos?
Cyrus creció en una granja a las afueras de Nashville, luego se mudó a L.A. con su familia tras ser elegida para Hannah Montana. “Miley nació en este negocio”, explica Recine. “No conoce nada desde niña excepto estar en el escenario y ser artista y actriz”. Cyrus ha aprendido a navegar su fama a la fuerza, una tarea que reconoce que solo se ha vuelto más difícil con las redes sociales. Fue una de las celebridades que contactó a Chappell Roan después de que la cantante publicara varios TikToks pidiendo a los fans que la trataran con respeto. “Ojalá la gente no le hiciera la vida difícil”, indica Cyrus. “Probablemente es muy difícil entrar en este negocio con teléfonos e Instagram. Eso no siempre fue parte de mi vida, y ahora no lo es. Ni siquiera tengo mi contraseña de Instagram”.
La mayor parte de su actividad en línea hoy en día consiste en que su novio, Maxx Morando, le envía memes. La diferencia de edad entre ellos no es enorme—él tiene 26 y ella 32—pero es suficiente para que él actúe como su intérprete de internet Gen Z. “Él ve la vida muy diferente a mí”, enfatiza con cariño. “Creció con una laptop. Yo tenía una computadora de escritorio que compartía con mis hermanos... Honestamente, ha criado a nuestro perro con Reddit. Yo le digo, ¿seguro que deberíamos hacer esto? Y él: En Reddit dice tal y tal”.
Tras casi una década de titulares sobre su vida amorosa, Cyrus mantiene su romance actual relativamente privado—una señal de que ha aprendido lecciones del pasado. Ella y Morando, productor y baterista de la banda Liily, llevan varios años juntos, y cuando habla de su relación, suena acogedora y sin complicaciones. “Es muy parecido a mí. Simplemente no nos tomamos la vida tan en serio”, comenta. Morando le ha presentado todo tipo de música nueva. Explica que es por él que tiene en su teléfono “la música del chico más cool de Brooklyn”. Pero igual pueden sentarse a escuchar “una canción que creemos que es medio cringe, pero nos encanta”, como el éxito de los 2000 “Drops of Jupiter”.
También han trabajado juntos en el nuevo álbum. Él produjo varias canciones y la ayudó a escribir “Something Beautiful”, que actualmente está planeada como la canción principal. Para Cyrus, no hay una línea real entre colaboradores y seres queridos: “Trabajé con mi papá siempre. Así fue como conocí a mi exesposo. Siempre he trabajado con la gente que amo. Y Maxx simplemente me inspira mucho”.
Hoy en día, cuando hace nueva música, Cyrus recurre a una especie de sinestesia cultural, tomando de la moda, el cine, la música y el arte visual. Si antes parecía dejarse llevar por el instinto, su producción reciente se siente mucho más deliberada. Cuando Cyrus trabajaba en su sencillo de 2023 “Used to Be Young”, por ejemplo, llevó varias piezas de Maison Margiela al estudio como inspiración. Venían de la colección Co-Ed 2023 de John Galliano, inspirada en el concepto de “vestirse a toda prisa”. Una de las piezas era un vestido que Galliano le regaló, otra una camiseta vintage de Mickey Mouse rota, y una tercera un body rojo brillante, “medio con pedrería, muy old-Hollywood”. Ella y Everett suelen trabajar así: “Puedo mostrarle una pintura o un vestido, y le digo que transmita esos colores o esa tela con sonido”, indica.
Las piezas de Margiela terminaron apareciendo en el material promocional de la canción. Pero también puedes escuchar su estética en la música; es romántica, melancólica, glamurosa como un body rojo de lentejuelas y cruda como una camiseta rota. Y aunque hay un simbolismo obvio en una exreina Disney cantando sobre su pasado con una camiseta de Mickey, la conexión entre el mundo apresurado de la colección de Galliano y el mundo de la canción, que mira atrás desde un lugar de paz, es más matizada, un guiño para los verdaderos amantes de la moda.
Cyrus estuvo en el estudio con Everett grabando su nuevo álbum durante seis o siete meses, y una vez más ha hecho su tarea en cuanto a referencias. “Ella quiere que se sienta como tal desfile de moda o algo así”, comenta Everett. “Me encanta cuando habla así. Para mí, abre todo un mundo”. Uno de sus referentes actuales es el revolucionario desfile de alta costura de Thierry Mugler de 1995, que presentó 300 looks en un elenco de leyendas de varias décadas (Jerry Hall, Naomi Campbell, Kate Moss, Tippi Hedren, Patty Hearst) e incluyó el traje de robot que Zendaya usó para promocionar Dune: Part Two en febrero de 2024.
“Todavía parece bastante vanguardista, incluso ahora”, indica. Otro referente es la película de terror Mandy de 2018, protagonizada por Nicolas Cage como un leñador que busca venganza contra la secta que mató a su novia. Cyrus la describe como una de sus películas favoritas de todos los tiempos (por eso uno de sus perros se llama Mandy), y al principio consideró hacer un remake musical. “Quería interpretar a Nicolas Cage”, dice. “Me encanta que sea una historia de romance y venganza. Romance y venganza—esas son algunas de las mayores tragedias. Siempre y por siempre me interesarán esas”. Así que Cyrus contactó al director, Panos Cosmatos, conocido por su enfoque atmosférico del terror. Aunque el remake de Mandy no sucedió, ahora está muy involucrado en el nuevo álbum, que es tanto visual como musical. “Se inspiró en The Wall de Pink Floyd”, comenta, explicando que vio la película surrealista de rock clásico de adolescente con uno de sus hermanos y un buen amigo. Rentaron una limusina, fumaron marihuana y usaron abrigos de piel estilo setentas. “Nos metimos de lleno. Así que tengo un apego emocional a eso”, indica. “Mi idea era hacer The Wall, pero con mejor vestuario y más glamuroso y lleno de cultura pop”.
Cosmatos dice: “(El álbum es) más experimental que cualquier cosa que haya hecho, pero de una manera pop que me encanta”. Cyrus describe la vibra como “hipnotizante y glamurosa”, y añade: “Es un álbum conceptual que intenta medicar una cultura algo enferma a través de la música”. Este deseo de llegar a su audiencia a nivel celular, de no solo entretener sino sanar, es algo a lo que vuelve varias veces durante nuestra conversación. “Me gustaría ser un psicodélico humano para la gente”, explica. “No quiero que nadie intente ser como yo ni imitarme ni siquiera inspirarse en mí. Quiero generar frecuencias en tu cuerpo que te hagan vibrar a otro nivel”. “El componente visual de esto está guiando el sonido”, continúa. “Era importante para mí que cada canción tuviera estas propiedades sonoras sanadoras. Las canciones, ya sean sobre destrucción, desamor o muerte, se presentan de una manera hermosa. Porque los momentos más feos de nuestra vida tienen un punto de belleza. Son la sombra, son el carbón, son el sombreado. No puedes tener una pintura sin luces y contraste”.
Ese tipo de claroscuro recorre toda su mejor música, facilitado por la profundidad de su voz, que hace que incluso las canciones sobre fiestas se sientan de alguna manera conmovedoras. Tiende a llevarla a extremos especialmente devastadores en baladas como “Used to Be Young”, una canción desgarradora con un estribillo del tipo que esperarías de una mujer que mira hacia atrás al final de su vida.“You tell me time has done changed me / That’s fine, I’ve had a good run / I know I used to be crazy / That’s ’cause I used to be young”. Es tan emotiva, de hecho, que Cyrus la cuestiona ahora.
“Romance y venganza, esas son algunas de las mayores tragedias. siempre y para siempre me interesarán esas.”
“De hecho, escuché esa canción ayer, y me preguntaba, ¿realmente necesitaba sacar esto? Fue una de esas cosas que quizá ahora que soy más privada, habría guardado para mí, pero me alegra haberla compartido. Simplemente se siente como una canción tan personal que es difícil que la gente se relacione”.
Además, Parton era escéptica, explica Cyrus. “Ella dice, ‘No sé si me gusta esa nueva canción ‘Used to Be Young’ porque no es justo que cantes sobre no ser joven cuando eres joven y hermosa. Y aquí estoy yo—tengo como 80—y digo, ¡esa debió haber sido mi canción!’”.
Es cierto que habría sido una buena canción para Dolly Parton. Pero como himno de auto-perdón de una estrella pop que ha vivido tanto en apenas 32 años, es bastante genial. Es posible que en 10 o 20 años, una vez que haya establecido cierta distancia, la abrace de nuevo; quizá incluso encuentre una manera de darle nueva vida. Después de todo, si hay algo que esperar de Cyrus, es que probablemente cambie de opinión. “De hecho, vivo para eso”, me comenta cuando le comento que parece muy cómoda con las contradicciones. “Es yin y yang. Realmente no puedes tener uno sin el otro. Es cielo e infierno; es oscuridad y luz. Es todo".
Este artículo salió originalmente en la edición de diciembre /enero de 2025 de Harper’s BAZAAR Estados Unidos.