¿Cómo se ve la moda ecuatoriana? ¿Cuáles son sus colores, siluetas y texturas? ¿En qué se inspira? Es un hecho que estamos atravesando una fase emocionante, disruptiva y floreciente. En un contexto en el que la moda Latinoamérica "está de moda", voces nóveles hilan desde la mitad del mundo narrativas que evidencian un acercamiento y una exploración hacia el imaginario cultural nacional, sus símbolos y sus tradiciones. Voces que exclaman que en nuestro país también se piensa y se diseña moda de alto concepto, propuestas que, a través de la indumentaria, invitan a reconocer, redescubrir y celebrar la ecuatorianidad.
Aquí, tres personajes que toman la moda como un lienzo para celebrar la identidad:
Jose Ibarra
Montañas, llamas, cholitas y flores en contrastantes tonos saturados conforman el abecedario visual de esta firma, basada en el Centro Histórico de Quito. Grafismo andino naíf en clave prêt-à-porter. Es la propuesta de Jose Ibarra*, un arquitecto devenido a diseñador en tiempos de pandemia. Es el autor de esta marca que fusiona arte, indumentaria y tradición, bajo la promesa de lo hecho a mano, evocando minimalismo, funcionalidad y diversión, con sus piezas ideadas para la vida urbana.
La silueta oversize es una cualidad constante en su repertorio, en el que destacan vestidos, conjuntos, abrigos y chaquetas acolchadas, decorados con sus vistosos íconos, dibujados y pintados a mano por él mismo. Estos son una parte de su inconfundible identidad.
Estas prendas también se complementan con accesorios que forman parte de su portafolio: bolsos de lona –artículo con el que inició su marca– y sombreros estilo bucket.
En cuanto a materiales, en sus colecciones el algodón es el rey. Un textil que Ibarra emplea en distintas variantes: jersey, gabardina, lona y popelina. El diseñador justifica esta predilección como su compromiso hacia una producción consciente.
“Un valor fundamental de la marca es el no trabajar con productos animales. Esto nos lleva a utilizar obligatoriamente productos de fibras vegetales”.
Lo artesanal es otro de sus pilares. Una de sus técnicas notables es el deshilachado, la cual, en palabras de Ibarra, consiste en “deshilachar” hilo a hilo la pieza, enfatizando que este proceso requiere de mucha paciencia y puede tomar hasta un día de elaboración.
Ibarra relata que uno de sus logros especiales fue diseñar el vestuario para las artistas del proyecto musical Las Voces de Latinoamérica, siendo la cantante chilena Pascuala Ilabaca una de ellas. Otra intérprete que ha portado sus creaciones es la colombiana Andrea Echeverri.
¿Y de qué manera la cultura ecuatoriana lo inspira? El diseñador detalla que encuentra en el acto de pintar a mano una conexión con las culturas precolombinas. “Es una celebración y un tributo a todas las piezas que fueron pintadas a mano por nuestros ancestros”.
ORRTHIZ
“Cada puntada puede contar una historia y cada prenda puede ser una declaración de identidad” expresa Jonathan Pérez, la mente detrás de ORRTHIZ. Una firma de autor que hizo del crochet su técnica maestra para hilvanar relatos inspirados en tradiciones como la Diablada de Píllaro, que fue el punto de partida para crear “Adiós” (2025), su última colección.
La afinidad de Pérez hacia este tipo de tejido tiene su origen en el recuerdo de Nancy, su madre, ama de casa y artesana autodidacta, quien fue su primer contacto con el mundo artesanal y sus posibilidades.
“Desde niño crecí viendo a mi madre bordar sueños y tejer memorias con sus manos. Esa herencia silenciosa despertó en mí una necesidad urgente de preservar lo ancestral”.
Esa urgencia se evidencia en su propuesta, en la que, además del crochet, predominan el bordado y la pintura en tela, texturas táctiles que enriquecen su discurso y lo revisten de un aura de solemnidad, mediante juegos de capas, layering, que potencian este efecto. Esto es posible apreciar en varios atuendos de su colección “Raíces” (2024).
La indumentaria masculina es otro territorio de experimentación para Pérez. Conectado con el espíritu del momento, en donde el concepto de masculinidad atraviesa una transformación en sus ideas, el diseñador aporta a esta conversación, basándose en la sastrería para “narrar historias masculinas desde un lugar sensible, honesto y profundamente humano”. Sus prendas juegan con la ambigüedad, buscando diluir la idea de género mediante siluetas holgadas, universales.
El discurso de Pérez intenta desafiar lo convencional conectando con su sensibilidad. El diseñador recalca que su proceso de creación es introspectivo, partiendo de una emoción no resuelta o de una pregunta interna, que va precedida por una fase de “bocetado emocional”, donde no existen las tendencias ni las temporadas. Aquí priman las sensaciones que Pérez traduce en palabras, bordados, dibujos y materiales que recrean el moodboard del cual nacerá su siguiente colección. Para este diseñador “la moda y el diseño son mucho más que apariencia o tendencia: son formas de comunicación, de identidad y de resistencia cultural”.
Meee
¿Qué ocurre cuando lo tradicional y lo moderno conversan en una prenda? Del resultado de este diálogo nace Meee, una marca comandada por Christian Jarama, diseñador textil y de moda, egresado de la Universidad del Azuay.
Establecida en Cuenca, Meee surge del enfoque de preservar y promover los procesos manuales tradicionales, trabajando en colaboración con artesanos zonales como la Asociación de Toquilleras María Auxiliadora de Sigsig.
“Meee representa la elegancia y el estilo de lo tradicional llevado al presente. Cada prenda busca rescatar la esencia de las técnicas artesanales ancestrales que existen en Ecuador a través del trabajo colaborativo con artesanos”.
La idea de revigorizar saberes textiles tradicionales es un homenaje a su abuela, artesana que dedicó su vida al oficio del tejido con lana de oveja. De allí el nombre de su marca, un juego onomatopéyico que alude al sonido característico de este animal.
En su discurso, Jarama reinventa elementos representativos de la indumentaria femenina de comunidades indígenas como la Saraguro, para crear atuendos como “Awak” (2024). Un conjunto donde el anaco abandona su modestia para transformarse en una falda con abertura frontal alta, que culmina decorada con un broche de plata elaborado en filigrana –popular técnica de joyería azuaya–; complementado con un corsé, visión de feminidad, que termina coronado con el símbolo identitario máximo de esta cultura: el emblemático sombrero saraguro.
La experimentación implementando recursos naturales locales es otra de las preocupaciones del diseñador. En “Jipijapa” (2021), una de las piezas destacadas de su archivo, utiliza la paja toquilla para dar forma a un crop-top. En “Wuni” (2025) se inspira en la cultura Shuar para crear un vestido compuesto por un corsé bordado en su totalidad con semillas de huayruro.
En “Guagua de Pan” (2025) reformula el tradicional bocadillo de Día de los Difuntos en un body confeccionado con tejido de transparencia, cubierto de apliques, desarrollados con látex líquido, que recorren la prenda emulando el colorido glaseado con el que se decora el pan. Moda con un toque de humor.
“Nuestra visión como marca es llegar al consumidor con una propuesta de moda diferente y no superficial. Una moda que cuente una historia de origen ligada a nuestras raíces culturales, para que las personas vean que en Ecuador existe un diseño capaz de competir con el mercado internacional”. (I)
*El nombre de esta marca se escribe sin tilde.